22 de abril de 2019. Como todos los días, cogí el autobús para ir a trabajar, coincidiendo ese día con una vecina. Íbamos charlando, pero estaba algo ausente, ya no me encontraba muy bien; me dolía mucho el pecho y solo pensaba en poder respirar bien.

Bajamos en la parada del parque de San Lázaro, pero ni el aire fresco conseguía menguar el dolor que tenía. Cada intento por respirar era peor, por lo que decidimos ir a las urgencias del Centro de especialidades en Concejo.

Una vez llegamos, había tres empleados, a los que les tuvo que explicar mi vecina la situación, ya que yo no era capaz de hacerlo debido al estado en el que me encontraba. Pedimos ayuda, pero nos remiten a otro hospital puesto que ellos no nos podían prestar ese servicio, indicándonos que llamáramos a un taxi, incapaces de hacer una simple llamada al 061 o trasladarnos en las ambulancias allí disponibles.

Vista la atención facilitada y agravándose el dolor que tenía, cogimos un taxi sin dudarlo (única facilidad que nos dan los sanitarios) para ir al Complejo Hospitalario Universitario de Ourense. Al llegar allí, los médicos de urgencias, sorprendidos por el estado en el que me encontraba, me atienden dándome preferencia, ya que mi intenso dolor en el pecho era provocado por un infarto.

Me operan de urgencia realizándome un cateterismo porque mi vida corría peligro. Me cogen a tiempo, pero en la intervención ven que es necesario hacerlo también en la otra arteria, procediendo a la misma 3 días después. Suerte la mía, por decirlo de alguna manera, al haberme pasado por la mañana, ya que a partir de las 15.00 de la tarde esta unidad permanece cerrada, lo que conlleva el traslado a los hospitales de las provincias cercanas, Vigo o A Coruña, dejando en manos del azar el que hubiera pasado.

Como moraleja, cabe destacar que, aunque no se disponga de los medios necesarios para poder tratar a un paciente con mis síntomas, es muy importante prestar toda la ayuda posible para este tipo de situaciones críticas. Por suerte todo ha salido bien, gracias a la rápida actuación de los médicos del Complejo Hospitalario Universitario de Ourense, pues de lo contrario, posiblemente esta historia no podría haberse contado.