Bajo el pino más antiguo del planeta escucho una suave canción de Silvia Penide. El Wolemi neozelandés comparte jardín con la flor blanca más exótica de la isla Santa Helena. Aquella que vio crecer Napoleón. En el jardín Sales conviven rosas inglesas con ginkcos, dicksonias y palmeras robustas. Puedes elaborar tus propias Kokedamas japonesas y observar muchas más especies singulares de las que alcanzo a recordar. Victoria, el nenúfar gigante, duerme para deleite del botánico. Llegó de los Kew Gardens de Londres. Sus hojas recuerdan al nenúfar del botánico holandés en Leiden. El mayor de Europa. Numerosos estanques, cactus, bosques de bambú y una muestra de la biodiversidad del mundo, conforman un parque botánico hecho a sí mismo.

Además de verte rodeado de tanta vida, puedes tomar un picnic mientras escuchas un concierto de "Cinta Adhesiva" y "Two in the Mirror". No todos los jardines botánicos son iguales.

La puesta a punto del Jardín botánico es muy meritoria. La labor de la gente del Sales no tiene precio.