Ya llega don Carnal. Atrás quedan las reuniones familiares de Navidad y ahora toca disfrazar la personalidad, celebrar que por unos días ya no somos los de siempre. Todo será fruto de la imaginación, seremos médicos sin saber diferenciar malestar estomacal de resacón sin más, seremos curas sin saber confesar al que viene con pecados veniales o de los que aconsejan tomar medidas más radicales o al soldado raso vestido con galones de general ganados en mil batallas en el bar.

En muchos sitios no lo celebran, ellos se lo pierden. No todos los días uno se convierte en otro protegida su identidad y también la de los demás con una simple máscara que hace una gran labor de salud mental. Pronto llegará Semana Santa con las procesiones que nos borrarán los excesos cometidos convertidos en otros ya olvidados pues ya tramamos quienes seremos el próximo año. Desde harapos del armario del abuelo hasta el traje más caro que haya en el mercado, la ocasión lo merece no en vano cambiaré de graduación, de soldado raso a general condecorado, mañana seré lo que me dé la gana, no todo vale desde luego con tal de disfrutar, pero casi todo sin molestar a nadie.

Cuatro días para soñar que antes éramos don y ahora doña, antes rico y ahora pobre, antes ángel y ahora demonio, todo lo cambia el carnaval menos enmascarar maldad con careta de bondad. Eso amigo mío no lo borra esta fiesta que aunque es pagana no es irreal, cambia el aspecto corporal pero mantiene intacta la salud mental, si es buena o es mala así seguirá, eso no lo trata don Carnal sino don Manuel en la clínica de pago enseñando la tarjeta bancaria o en la de la Seguridad Social en la que basta la sanitaria, quedas más o menos igual pero la cartera más saneada.