Recientemente ha entrado en vigor la nueva limitación de velocidad en las vías convencionales a 90 km/h, basándose en el razonamiento de que el incremento de velocidad aumenta la probabilidad de sufrir un accidente y que sus consecuencias son más graves. Pues bien, quiero manifestar mi total desacuerdo con esta medida, por insuficiente: si esta correlación es cierta y si lo que realmente se quiere es evitar los accidentes, lo lógico no sería bajar el límite de velocidad a 90 km/h sino a 30 ¿por qué no? O, mejor aún, directamente prohibir la circulación de los vehículos: ¿no quieren evitar accidentes? Pues con esta medida garantizamos que el número de accidentes sería cero. Y en las ciudades lo ideal sería no viajar en coche sino a caballo como en los siglos anteriores, o mejor aún, a pie, para mejorar nuestro sistema cardiovascular. ¿No está de moda este coñazo políticamente correcto del ecologismo sostenible? Pues qué más ecológico que volver a los carruajes de caballos. Aunque, bien pensado, esto chocaría con este otro coñazo políticamente correcto: el animalismo (esos pobres caballos sufriendo?).

Ironías aparte, pues el tema es serio, las brillantes mentes de nuestras autoridades en seguridad vial (y muchas de las europeas) no se rompen mucho la cabeza; van a lo fácil: en lugar de mantener las vías en buen estado y actuar en una educación vial responsable y eficaz, siempre tiran de lo mismo: reprimir (limitar la velocidad y sancionar; amigo ¡hay que recaudar!). Pero ni en Europa lo deben tener tan claro: los límites en convencionales varían de los 70 km/h en Suecia (normal, dada su orografía y clima) hasta los 100 en Alemania y otros países.

No seamos hipócritas, vivir es en sí mismo un riesgo. La única forma de eliminar los accidentes de tráfico es no conducir e ir en burro como en la Edad Media. No estoy defendiendo aquí la conducción temeraria ni ir como un loco al volante; lo único que digo es que los límites de velocidad genéricos son un fracaso de la educación vial. La clave es esta: adecuar la velocidad a la vía y a otros factores, lo que se llama la "velocidad segura"; tan disparatado es circular a 90 por una carretera llena de curvas y lloviendo, como imponer ese límite en una recta en Castilla y en pleno verano. Y limitar a 120 la velocidad en una recta de un kilómetro por una autopista es una auténtica tontería que, como dicta el sentido común, pocos respetan, sin que por ello aumenten los accidentes. Si circular a 90 es más seguro que hacerlo a 100 entonces aun lo será más hacerlo a 20, sin embargo ¿es esta la solución? ¿hay que disminuir la tasa de accidentes a costa de convertir nuestras carreteras en un desfile de tortugas? Por no hablar de algunas señales de limitación específica de velocidad o líneas continuas, colocadas en lugares absurdos, en los que el simple sentido común indica que son totalmente inadecuadas. Mucho limitar la velocidad pero ¿qué se hace ante la vergonzosa situación de los animales (vacas, caballos, etc.) que continuamente encontramos sueltos en las carreteras y que a punto estuvieron de costarle la vida al que escribe estas líneas o que causan daños en propiedades privadas, y nadie hace nada? Lo dicho, vamos a lo de siempre, a lo fácil: limitar y recaudar.