El huracán "Michel" ha sido el más devastador en Florida en los últimos cien años. Sus restos, en forma de borrasca extratropical, han llegado hasta nosotros después de recorrer todo el Atlántico de oeste a este. Otro tanto ha sucedido con el huracán Leslie, aunque en este caso su virulencia al alcanzar la Península Ibérica ha sido mucho más intensa, con vientos de hasta 175 kilómetros por hora en Figueira da Foz (Portugal) y penetrando hasta el interior de España por Extremadura, Salamanca y Zamora. Prácticamente al mismo tiempo la ciclogénesis explosiva "Callum" impactaba en el mar y la costa gallega. Todo ello en el lapso de muy pocos días, después de un largo período de estabilidad con picos de altas temperaturas. Por otra parte, en el extremo oriental del país se producían intensísimas precipitaciones torrenciales que han dado lugar a desastres como el de Mallorca.

En la misma semana, el panel de Naciones Unidas sobre el cambio climático alertaba de la necesidad de adoptar medidas urgentes para impedir que la temperatura media del planeta antes de fin del siglo XXI aumente en 2 grados, lo que supondría una importante elevación del nivel del mar por la pérdida de hielo en el Ártico y un incremento de los fenómenos meteorológicos extremos. Hasta ahora, el aumento de la temperatura global desde comienzos de la era industrial se cifra en 1,1 grados centígrados; si con esta subida se están produciendo hechos como los que ya podemos observar, imaginemos lo que ocurrirá cuando sea el doble. No se puede negar que el efecto invernadero producido por las emisiones masivas de CO2 tenga que ver con el acelerado calentamiento de la atmósfera y los mares; es preciso, por tanto, detenerlo.