En cualquier faceta de la vida, pero sobre todo en la política y en las artes, si no eres de izquierdas no eres nadie. Y el PSOE nos lo recuerda con su lema: "Somos la izquierda", que es una especie de amenaza; algo así como considerarse legitimados para hacer lo que les venga en ganas. Tanto pueden expedir certificados de honradez, pese a su historial de corrupción, como okupar la Moncloa en comandita con lo peor de cada casa.

Hay infinidad de hechos que corroboran lo dicho, pero permítanme referirme solo a dos. El primero, ya alejado en el tiempo, es que los culpables de provocar la Guerra Civil son lo suficientemente hábiles como para etiquetar de malos a quienes se defendieron de sus oprobios, y quedar ellos como víctimas. El segundo, y más actual, es que el familiar de un político de derechas, por muy válido que sea, no puede desempeñar un cargo de responsabilidad, porque se le presume su incapacidad, mientras que, por ejemplo, la esposa de don Pedro sí puede ser designada para un alto cargo -a pocas fechas de su asalto al poder, por cierto- porque todo el mundo la examinó y, cómo no, la declararon apta. Y lo más curioso es que incluso algunos acomplejados columnistas y tertulianos de derechas, debieron de formar parte del Tribunal calificador, porque también loan su valía, aunque estos le pongan algunos reparos por ser quien es. Convendremos, pues, que ser de izquierdas rentabiliza.