Marcelino Agís aceptó la invitación del Seminario Menor para romper el hielo en la IV Semana Cultural de San Rosendo. Filosofía porque sí. Porque exige una lectura pausada y reflexiva.

Los presocráticos quisieron separar la filosofía del mito, relato que es muchas veces sagrado. En el siglo VI a.C. Tales de Mileto cuando explica cómo surge la vida apunta al agua. "Ningún ser vivo puede vivir sin ella". Hoy sabemos que los primeros seres unicelulares proceden del agua. En ella están presentes los tres estados de la naturaleza: líquido, sólido y gaseoso. Hay una leyenda sobre el propio Tales. Una vez alquiló unos molinos de aceituna, pese a que en los últimos años el rendimiento había sido bajo por las condiciones meteorológicas adversas. Triunfó. Su objetivo no era enriquecerse sino demostrar la utilidad de la filosofía.

En el Medievo se quiere conciliar razón y fe. En relación al cristianismo pero también a las otras grandes religiones, judaísmo e islam. La teología profundiza en el camino de la salvación. La razón vuelve a explicar la sociedad civil en el Renacimiento. Pese a todo, Montesquieu cree que "el hombre ateo y el creyente hablan de lo mismo, de Dios". Todo llega a su cúspide en el siglo XVIII con la Ilustración. El término viene en todas las lenguas de la metáfora de sacar lustre, del triunfo de la luz. Kant, en su ensayo "¿Qué es la Ilustración?", escribe que "el hombre tiene la voluntad de pensar por sí mismo".

A veces se critica a la filosofía por ser demasiado teórica. "No hay nada más revolucionario que una buena teoría". Karl Marx en sus once Tesis sobre Feurbach dijo "hasta ahora la filosofía se ha dedicado a explicar el mundo, es el momento de transformarlo."

En el pensamiento contemporáneo hay escuelas racionalistas e irracionales. Ortega y Gasset afirmó "Europa se ha quedado sin moral". Eran los años treinta. Los tiempos de ahora no son más fáciles que aquellos. El futuro pende de la educación y la integridad moral. Y la escuela postmoderna, que nace a finales del XX, debate cuál es el tipo de razón para nuestros días. La filosofía, aunque solo se destine a una maravillosa minoría, no morirá. Aunque no pase por sus mejores días, como el latín o el griego, resistirá porque forma parte esencial de lo que somos.