Yo soy la tierra que tú pisas, la misma que te da sus bellos frutos, soy tu alimento, igual que la sangre circula por tus venas así yo tengo ríos de fresca agua cristalina, que tanto sirve para saciar tu sed como regar tus campos.

Hoy quiero hablarte del crimen que cometéis conmigo cuando plantáis fuego a mis arboledas, que trabajamos para darte aire más fresco y puro.

Te gustaría que te tratasen a ti de igual manera, recuerdo en este momento cuando, el 11 de junio de 1963, Thích Quáng Dúc, se quemó hasta morir en una calle muy transitada de Saigón en señal de protesta contra las persecuciones que sufrían los budistas por parte del gobierno vietnamita de Ngô Dình Diêm.

Un método de lucha que no comparto, plantarme fuego es un crimen, que debiera de estar castigado con altas penas, no solo quemáis los montes sino toda la vida animal que allí se desarrolla, me dejáis estéril, que me cuesta muchos años volver a regresar al origen, quemarme a mí, es como quemarte a ti en cierta manera, te recordará un dicho indio. "La tierra no te pertenece, tú perteneces a la tierra".

Cuando me maltratáis, a través de cambios geográficos, cuando alteráis el curso de los ríos, sin más orden que vuestro egoísmo material, yo la tierra que tú cultivas, la que te alimenta, la tierra en la que vives, cuando me maltratáis, lloro y veis gotas de lluvia ácida, os devuelvo lo mismo que habéis sembrado. Si yo lloro, que no lloraréis vosotros cuando sepáis que ya no queda un bosque, un árbol, o un pez en los ríos, entonces os daréis cuenta que el dinero no se come. Maltratarme a mí es maltratar vuestra salud, y es por ello que también lloro, ambos somos uno, somos vida no me maltrates, no me hagas llorar, cuidarme a mí es cuidarte a ti y a tu futuro.

¡No permitáis que la tierra llore!