La expresión "naranjas de la China" se utiliza para negar una afirmación, ya que, antiguamente, la gente no creía que fuera posible traer naranjas en buen estado desde tan lejos.

Quizás nuestro presidente halla tomado naranjas en China, pero de vuelta a España las de Valencia le hagan mejor zumo, aunque hay que tener cuidado no sea que manchen el traje al exprimirlas.

Y, de las naranjas de la China, pasamos a las cajas chinas, que son un instrumento con forma de lingote de oro, huecas por dentro y con una ranura que permite la resonancia.

Resonancia que permite que una inversión de 9.000 millones, se quede en naranjas de la China, o que los millones disminuyan por grados, al tiempo que el sonido de los sables enmudezca las cuerdas vocales de un presidente en horas bajas, que anuncia inversiones que luego son desmentidas por los que tienen que invertir, para al poco tiempo insistir en que los chinos cumplirán su palabra y aportarán fondos a nuestras cajas de ahorros.

Y quién sabe, quizás nuestra Caja de Ahorros Municipal de Vigo, luego Caixanova y ahora Novacaixagalicia, pase a ser Novacaixagalicia de la China