Farrapos empapados en barro, manguerazos de agua, sacos de tierra, harina y hormigas, tojos y ramas. Todo vale en Laza el Luns Borralleiro. El Entroido en esta pequeña localidad rural ourensana es uno de los más ancestrales de la península y conserva intactas sus tradiciones. La farrapada y la batalla de hormigas con la bajada de la Morena son dos de las más singulares, capaces de convertir este pequeño núcleo de menos de 400 vecinos en el escenario de una juerga multitudinaria. Este año, después de 35 tras la máscara de madera con cuernos que baja de Cimadevila embistiendo al público, Joaquín Obregón "Quin Norita", se despidió del personaje y cedió el testigo.

Declarada de Interés Turístico Nacional, la fiesta del Luns Borralleiro atrae cada año a visitantes de toda Galicia, España y otras nacionalidades. Arranca por la mañana, cuando Laza todavía está despertando del que fue su gran día, el Domingo de Estrea, con la salida de los "peliqueiros" imponiendo su autoridad a golpe de zamarra. Su figura, impecable y poderosa, no está hecha a prueba de farrapos ni hormigas, de ahí que el lunes las carreras de los "peliqueiros" se producen únicamente en las horas muertas entre la farrapada y la bajada de la Morena.

Este día el protagonismo es para el barro y no hay disfraz ni carnaval que valga. El Luns Borralleiro toca batalla campal, es tiempo de guerra sin cuartel y de pura resistencia. Los más atrevidos llegan ya por la mañana con el traje "tradicional": chubasquero con gorro o capucha, gafas de natación o de esquiar y botas de agua. Los vecinos, que desde hace años participan más en la logística que en la propia batalla, llenan una bañera de barro y, sin previo aviso, abren fuego. Sin orden ni planificación se forman bandos y vuelan los farrapos empapados de barro. Durante hora y media se lanzaron trapos unos a otros, sin tregua ni descanso, hasta el paso de la Xitanada dos Burros y los "maragatos", que pone fin a la guerra dejando tras de sí un escenario dantesco con la plaza cubierta de barro y los combatientes sucios y agotados.

Entonces llega la calma. Los participantes se van retirando y empieza a fraguarse la siguiente batalla, la de las hormigas.

Esta sucede por la tarde, cuando la Morena baja desde Cimadevila. Los días previos, los vecinos de Laza hacen acopio de tierra y hormigas para lanzar al público en la Praza da Picota, donde ya desde primera hora de la tarde se congregan los visitantes cubiertos con sus trajes de agua y ni un trozo de piel al aire por el que puedan colarse los insectos.

Fue un Luns Borralleiro con el guión de siempre, pero no un Borralleiro cualquiera para "o Quin de Norita", Joaquín Obregón, que tras 35 años encarnando esta figura se enfrentaba a su última bajada dando cuerpo a la Morena. Como cada año, se cubrió con una manta y empuñó el armazón de madera para bajar desde Cimadevila acompañado por las hormigas, tojos y cobelleiros embistiendo al público, pero sobre todo a las mujeres, a las que tradicionalmente esta figura intenta levantar las faldas con sus cuernos. La llegada a la Picota es el momento culminante, apoteósico. El lanzamiento de tierra y hormigas desata la locura y ya no hay escapatoria. Los resistentes reciben al final su recompensa con el reparto de bica.

Laza despide hoy la fiesta con el Enterro do Entroido. Los "peliqueiros" veteranos salen por la mañana y al caer la tarde llega el Testamento do Burro y el luto.