Cómo actuar ante un incendio forestal 4.0

Los curiosos que atascan las carreteras y los vecinos que arriesgan sus vidas para enfrentarse al fuego dificultan las extinciones

Una brigada se enfrenta a un foco de incendio en el monte Xiabre.

Una brigada se enfrenta a un foco de incendio en el monte Xiabre. / Noé Parga

En 2017, un incendio declarado en el centro de Portugal atrapó en una carretera de Pedrogao Grande a cientos de personas, y mató a 64 de ellas. En 2022, el mayor incendio forestal de la historia de Galicia calcinó 11.000 hectáreas en O Courel. La sierra estuvo ardiendo durante 14 días seguidos... Los fuegos forestales son cada vez más feroces y devastadores. El cambio climático y el abandono del rural, entre otros factores, están detrás de los llamados “incendios 4.0”, capaces de causar una destrucción nunca vista y decenas de muertes.

Ante este escenario, dos profesionales de la prevención y extinción de incendios forestales han iniciado un proyecto que consiste en formar a la población sobre cómo actuar ante el fuego.

Julio Rosales Otero y Raúl González Gómez imparten esta tarde una charla en el salón de la Asociación Cultural de Cambados, a partir de las 19.00 horas, titulada “Buenos hábitos ante una emergencia por incendio forestal”. La actividad, organizada por ellos mismos con la colaboración de la Asociación Cultural e Deportiva y el colectivo Desfoga, servirá para que los asistentes sepan qué hacer, y qué no, en caso de estar cerca de un incendio. Los dos instructores darán explicaciones pormenorizadas de cada situación que pueden encontrarse y cómo reaccionar ante ella.

A modo de ejemplo, Raúl González apunta que, aunque parezca una verdad de perogrullo, en lo primero que hay que insistirle a las personas que están cerca de un incendio es en que no estorben. “Un problema gravísimo al que nos enfrentamos los equipos de extinción cuando llegamos a un incendio son los atascos provocados por los vehículos mal aparcados en los accesos a la zona donde está ardiendo. Mucha gente, en vez de alejarse del foco de la emergencia, van a curiosear e incluso a hacerse una foto selfie. Eso puede agravar muchísimo una emergencia, porque al atascar los viales entorpecen el paso de los medios de extinción, y en caso de que las condiciones del fuego cambien de forma brusca, todas esas personas podrían ponerse en riesgo por la dificultad que acarrearía desalojarlas con los coches mal aparcados”.

Los profesionales también advierten de que no es bueno quedarse de manos cruzadas en la playa cuando un avión o un helicóptero descienden para coger agua en el mar o el río. Señalan que lo más razonables es recogerlo todo y regresar a casa, pues los pilotos necesitan un espacio próximo vacío a donde están tomando el agua por si necesitan aterrizar de emergencia. Más de una vez también salieron volando toallas y sillas de playa, arrastradas por el vendaval de las hélices.

Los instructores avisan igualmente de que los vecinos que salen de sus casas a frenar un incendio con mangueras domésticas y cubos pueden estar haciendo más mal que bien. “Lo que se le recomienda a los voluntarios es que no actúen, si al hacerlo van a aumentar el riesgo para ellos”. “Si alguien puede apagar un fuego echándole unos cubos de agua y dándole cuatro patadas, por favor, que lo haga. Pero si al enfrentarse al fuego se va a poner en riesgo, lo que puede provocar es que se agrave la emergencia, porque a lo peor en vez de atender solo un incendio, al final los equipos de emergencias tendrán que atender un incendio y a una persona quemada”.

Pero esto no significa que una vecino que ve como un incendio avanza hacia su casa tenga que permanecer quieto, sin hacer nada. “Puede ayudar despejando las calles de coches mal aparcados, guiando a los medios de extinción por los mejores accesos hasta el incendio, o vigilando para que los fuegos no se reactiven una vez controlados”.

Senderistas y ciclistas

Julio Rosales y Raúl González decidieron crear una formación sobre cómo actuar ante un incendio forestal a instancias de dos federaciones deportivas relacionadas con la montaña. Y es que, en efecto, un incendio forestal no atañe solo a quienes residen en los núcleos rurales, sino también a miles de personas que realizan deporte en los espacios naturales, como los senderistas o los ciclistas.

Raúl González advierte de que no hay una única recomendación sobre cómo actuar en caso de descubrir cerca un incendio en plena naturaleza, pues el procedimiento correcto variará por factores como la parte de la ladera en la que esté ardiendo y en la que se encuentre el deportista. En todo caso, sí que pueden hacerse unas recomendaciones generales, cómo las de avisar en casa a dónde se va y cuánto se va a tardar, la de llevar el teléfono móvil bien cargado y la de consultar antes de salir de casa el IRDI, que es el Índice de Riesgo Diario de Incendio en Galicia.

A quienes han esperado toda la semana para ir el sábado o el domingo a comer al monte o a una playa fluvial con sombra, Raúl González les dice que, “si ese día hace mucho calor y hay viento, quizás no sea la mejor idea encender una parrilla y sea preferible llevar la comida de casa”.

Los dos profesionales están embarcados en este proyecto de formación a la población, tanto general como especializada -también han impartido charlas en la Escola de Capataces Forestais de Lourizán- porque consideran que “hay que democratizar estos conocimientos”, ya que “los incendios del futuro van a ser más graves y más severos y van a requerir un tratamiento integral”. Y una pata importante de ese tratamiento es tener una población formada sobre qué se debe hacer y qué no en un incendio forestal. “El monte va ganando terreno año tras año y está cada vez más encima de las casas. Llegará un momento en que muchas aldeas sean auténticas ratoneras. En Galicia estamos a un tris de que pueda pasar algo como lo de Pedrogao Grande”.

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