Dos años de “Galucrania”, la solidaridad que viajó desde una nave de Rubiáns

El colectivo nace en Vilagarcía gracias a los fuertes lazos de amistad entre Elías Cochón y Roman Bayun | Fundiciones Rey proporcionó una enorme nave en Rubiáns desde la que se organizó la logística de ayuda

Uno de los autobuses que viajó a Ucrania hace ahora dos años.

Uno de los autobuses que viajó a Ucrania hace ahora dos años. / Cedida / FDV

Antonio Touriño

Antonio Touriño

“Estamos ante la tercera Guerra Mundial; cuando acabe con nosotros, Putin continuará por Polonia, Países Bálticos.Todo lo que hace y dice es lo mismo que propugnaba Goebbels o Hitler. Quieren implicarnos a todos. Miren con quién, con qué regímenes se codea. Es la misma retórica, todos somos enemigos”.

Quien así habla es Roman Bayun, empresario de éxito, dundador de la firma Karo, del gremio del azulejo en Valencia a donde llegó hace 21 años desde Ucrania cuando solo tenía 20 y donde fundó su familia que cuenta hoy con dos hijos, niño y niña, que tienen 10 y 13 años, respectivamente.

Elías Cochón Rey, de Fundiciones Rey, con su amigo ucraniano Román Bayun

Elías Cochón Rey, de Fundiciones Rey, con su amigo ucraniano Román Bayun / Cedi

En 2018, por razones empresariales, conoció por “casualidad” al vilagarciano Elías Cochón Rey, uno de los responsables de la emblemática firma Fundiciones Rey. En una relación comercial surgió una estrecha amistad tanto a nivel personal y también profesional, que les llevó a recorrer el país báltico de Este a Oeste en al menos en dos ocasiones, la última a finales de 2021, cunado poco después estalló la guerra, algo que ya entonces “se mascaba en el ambiente”.

La invasión

Y, claro, Elías Cochón no se lo pensó dos veces cuando finalmente se produjo la invasión. Ahí ya mostró su absoluta disposición a contribuir con la causa ucraniana y decidió ceder sus almacenes en Vilagarcía como sede de toda la logística que se precisara a la hora de prestar ayuda humanitaria a un país en el que comenzaba uns verdadera pesadilla tras el asedio de Jarson y de Kiev, entre otras ciudades.

Redes de camuflaje con sello arousano

En la imagen se observa como dos mujeres ucranianas confeccionan telas de camuflaje para la protección de los soldados ucranianos en sus acciones militares. Lo hacen con redes descartadas por barcos arousanos que quedaron inservibles para la faena diaria. “Se lo propuse hace unos días a mi amigo Elías Cochón y se puso de inmediato manos a la obra; en solo unos días consiguió reunir seis toneladas y las envió en una furgoneta”. En estos momentos, muchas ya se han distribuido entre los destacamentos militares que las usan para ocultarse del enemigo. Esta es una más de las muchas ayudas que prestan los arousanos a la causa ucraniana.

Una de las naves en las que se almacenaron víveres y material procedente de Galicia

Una de las naves en las que se almacenaron víveres y material procedente de Galicia / Cedida / FDV

La solidaridad de los gallegos con la iniciativa no se hizo esperar. En apenas unos días, la enorme nave que la empresa vilagarciana tiene en Rubiáns se abarrotó de ayuda humanitaria, desde alimentos no perecederos, leche para niños, pañales, medicinas, ropa, y también dinero en efectivo. Suficiente para esa primera actuación de emergencia en un país que empezaba a ser masacrado por las bombas.

Eran los primeros días de marzo de 2022. Había que actuar prestos para responder ante una crisis humanitaria de dimensiones incalculables, casi estratosféricas, y que además se podía ver en directo por televisión.

Uno de los camiones de Fundiciones Rey cargado con ayuda.

Uno de los camiones de Fundiciones Rey cargado con ayuda. / Cedida / FDV

Material y viaje

“Me llamó Elías y se puso de inmediato a mi entera disposición; en pocos días reunimos material suficiente para completar ocho camiones de ayuda humanitaria que llegaba desde toda Galicia”, explica Roman Bayun todavía agradecido.

Y el 8 de marzo salió también un autobús en dirección a Polonia cargado también hasta los topes. Fue el primero de los dos viajes -el otro fue a primeros de abril- para recoger a familias que huían despavoridas de la guerra. Con ellos viajaba Sergiy Nigeruk, tenista asentado en Vilagarcía, quien ejerció como traductor y facilitó el embarque de las familias acogidas en España, muchas de las cuales siguen a día de hoy en Manzaneda, Vilagarcía y O Grove. “En Ucrania lo perdieron todo, desde sus casas, trabajos, también a parte de sus allegados”, admite Roman Banyu. Una causa a la que se han sumado particulares que no dudaron en coger sus coches particulares para socorrer a las víctimas de la incruente guerra.

Amigos y familiares fallecidos

Las víctimas de la guerra de Ucrania siguen contándose por cientos. A Roman Bayun también le ha tocado de cerca pues su íntimo amigo Yuri, de 46 años, acaba de morir en el frente. “Viajaba en uno de los todoterrenos que le proporcionamos desde España y una bomba le mató el pasado 6 de febrero”. En la acción de guerra murieron tres combatientes y otros seis resultaron malheridos, explica sin olvidar que él aún tiene familiares, tíos y primos, que viven en el país. Recientemente, su madre Valentina también quiso regresar al país, aunque vive lejos del frente. Ese es su único alivio.

Fueron casi 4.000 kilómetros de ruta hasta Przmysl, en la frontera polaca, donde el horror se palpaba nada más llegar en los ojos de miles de personas, de familias, que dejaban atrás toda su vida, imágenes que conmovieron al mundo en aquellos primeros momentos.

Continúa el asedio

“La guerra continúa”, explica Román Bayun quien hace un llamamiento para mantener la movilización y la alerta. “Siendo grave lo de Gaza, tenemos que pensar que la invasión de Ucrania es mucho peor; no puede quedar en un segundo plano cuando hay un frente de más de mil doscientos kilómetros de uno al otro lado”.

Y no se trata de una queja al albur de la efemérides pues Bayun se muestra muy agradecido con la “solidaridad de todo el pueblo y de las empresas españolas”, que siguen prestando apoyo a la causa.

El reparto se realizó en furgonetas.

El reparto se realizó en furgonetas. / Cedida / FDV

La contribución del mundo del mar

“En 2023, una conservera arousana hizo un envío de 15.000 latas de atún que se repartieron entre orfanatos y personas mayores acogidas en asilos”, explica Bayun con agradecimiento.

Pero también se han enviado máquinas, vehículos todoterreno -que ahora proporcionan países como Inglaterra porque aquí ya no hay- y hasta redes usadas por los marineros para confeccionar telas de camuflaje para los militares que combaten contra las tropas rusas.

Bayun insiste en que la situación parece distinta pero nada ha cambiado. “Puede caer un misil en cualquier parte del país; es verdad que la gente se ha adaptado a la situación e intenta normalizar su vida pero la guerra de Putin es imprevisible y no tiene en cuenta los valores humanos, son unos bárbaros”.

“Todo sigue igual en una lucha atroz entre el mundo civilizado y los bárbaros que encabeza el presidente ruso”, sentencia con cierta resignación.

Atención a niños y mayores

La ayuda humanitaria es fundamental en este tipo de conflictos bélicos. Sobre todo la que llega a niños y personas más indefensas como los ancianos. Las imágenes son en ocasiones tremendas y otras muy emotivas. “He visto a niños que se han bebido casi al instante los dos litros de leche que les entregábamos a cada uno”.Conseguir lo mínimo necesario es la lucha diaria de muchas familias que resisten todavía al terror de dos años de conflicto. En orfelinatos y asilos agradecen todo tipo de ayuda cuando llega. Galucrania sigue desempeñando un papel fundamental desde Vilagarcía contra un horror que prosigue dos años después.

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