Las entrañas del puente que dan vida a A Illa

El viaducto tiene un enorme conducto bajo el tablero por el que circulan los servicios básicos hacia el pequeño municipio

A. G.

Pocas infraestructuras han sido tan determinantes en la historia de un pueblo como el puente lo ha sido para A Illa. Su apertura, un 14 de septiembre de 1985 resultó fundamental para acabar con el aislamiento histórico de una población que descubrió la posibilidad de viajar a donde quería sin necesidad de depender de la “motora” y sus horarios. Pero el puente fue mucho más que eso, fue el cordón umbilical que consiguió solucionar cuestiones como la llegada de la luz eléctrica o el suministro de agua.

Bajo el tablero por el que transitan a diario decenas de vehículos se encuentra todo un mundo en el que se concentran los servicios que llegan del continente: agua, electricidad y línea telefónica, algunas de ellas, grandes reivindicaciones históricas, en su momento, de A Illa. El túnel existe desde la construcción del mismo y hubo una época, antes de que se remodelase el puente, en el que muchos jóvenes de los municipios de A Illa y Vilanova accedían al interior para realizar pintadas. Desde la remodelación, se encuentra cerrado en ambos puntos y solo se puede acceder con llave.

Acceso al interior del puente desde Vilanova.   | // NOÉ PARGA

Acceso al interior del puente desde Vilanova. | // NOÉ PARGA / A. G.

A ese túnel, que medirá 1,70 metros de altura y entre cuatro y cinco de ancho, se accede desde ambos lados del puente a través de sendas trampillas, encontrándose en el interior con la zona de la junta de dilatación. Una vez dentro, el ruido de los vehículos pasando a escasos centímetros de la cabeza impresiona, pero está muy lejos de ser un lugar claustrofóbico. Lo evitan las luces que, cada veinte metros, iluminan el camino y un sistema de ventilación y drenaje del agua de la lluvia que no se aprecia desde el exterior. Son los operarios de la Consellería de Infraestruturas los que más visitan esta galería, sobre todo para comprobar el estado de las dos juntas de dilatación o para recoger los datos de los sensores que están instalados para ver los efectos de la corrosión en la infraestructura. Después de la actuación de 2010, el puente goza de buena salud gracias al uso de un material especial contra la corrosión.

La estructura del túnel es apreciable desde el exterior.   | // N. PARGA

La estructura del túnel es apreciable desde el exterior. | // N. PARGA / A. G.

El elemento más espectacular es la tubería que conduce el agua hasta A Illa. De metal y protegida con una pintura contra la corrosión del agua salada, el principal problema que sufre la infraestructura, sobre todo en los elementos metálicos. Junto a ella también existe otra pequeña tubería que fue utilizada, en su momento, por las empresas que trabajaron en su reparación y ampliación en el año 2010. La electricidad circula por el puente en dos circuitos de tres cables cada uno, es decir, en doce kilómetros de cableado. Uno de ellos es el circuito principal que utiliza la Compañía de Electrificación para dar suministro a toda A Illa, mientras el otro es el de emergencia, en caso de que se detecte una avería. Estas han sido muy puntuales ya que “es como un cable subterráneo en el que no suelen registrarse problemas”, explica Manuel Goday. La fibra y el teléfono pasa por la otra pared, dejando un espacio diáfano para caminar agachado, especialmente en las zonas donde se encuentra uno de los 39 pilotes que soportan el puente. Todos ellos están marcados con un número para saber en donde se encuentra la persona que accede a su interior. La existencia del túnel es claramente apreciable desde el exterior y, aunque es habitual que este tipo de servicios se acoplen a los viaductos, ninguno resulta tan clave para un municipio como el de A Illa.

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