Mirador de Lobeira
¡Echen gramón en A Lomba!
Por supuesto que ni tiene aspiraciones del Camp Now, ni del Wizink Center, ni siquiera del Bernabeu. Es un campo de pueblo, el de A Lomba, pero el más querido por los arosistas que cada dos domingos acuden con especial ilusión a ver al equipo arlequinado, a su equipo de siempre.
Los aficionados se merecen ese respeto, aunque solo sea por las canas que muchos peinan, algunos con un vínculo de más de 75 años de pasión.
Por tanto, es imperdonable que el campo de Vilagarcía se haya convertido en un patatal, una finca llena de trampas peligrosas para los jugadores locales y para los invitados, que tampoco tienen por qué arriesgar su pellejo al chutar sobre un esférico que bota sin rumbo cierto, cual parábola.
Es una vergüenza que este estadio se encuentre de tal guisa y que haya quejas todos los años, cada campaña y cada liga. Absurdo que el Arosa y la Arousana, que juega de prestado, tengan que pedir el favor de usar el campo de Cambados o de cualquier otro pueblo más pequeño, pero a la vez más cuidadoso para cubrir el trámite.
¿Qué pasa con el césped de A Lomba? Está muy claro: Nadie lo atiende como es debido, como tampoco se cuidan los parques ni jardines de la ciudad, que están más secos que un higo pajarero.
Quizás haya que pagar algo más, pero el mantenimiento del campo es una obligación del club, del Ayuntamiento y de las federaciones de deportes, que han de estar vigilantes ante los descuidos de las instalaciones, pues por ello se llevan cuantiosas ayudas y subvenciones.
Hoy el Arosa juega fuera y quizás se un buen día para recordar que el próximo domingo el campo debería estar a la altura de su rival. Será tiempo suficiente para que la hierba haya crecido en este medio mes de barbecho, simplemente para que Manuel Abalo no vuelva a pasar la vergüenza del abandono.
Y es que sí, el presidente del club vilagarciano es tan responsable como todos los demás. En algún momento tendrá que dar un puñetazo en la mesa y poner los puntos sobre las íes para que el campo de A Lomba recupere sus condiciones para el juego.
Se puede conseguir, porque en otros compromisos se cuidó el césped. Recientemente, apenas dos meses, el estadio lucía como una patena.
No hay que ir más que al partido con el Valencia, un día para no olvidar pues los de Luisito casi tutearon a un primera división. ¿Y eso por qué fue? Simplemente porque el campo era apropiado para su celebración, con un manto verde tan digno como el de sus rivales que, aunque no tengan agua, saben aprovecharse de los sistemas de riego, ¡Quizá sea porque cultivan arroz!
Si el campo lució flamante en aquel momento, pues parece que no tiene explicación que hoy se haya convertido en un campo a través más propio de entrenamientos de la mountain bike que del juego inglés por antonomasia.
Así que, pónganse las pilas señor alcalde; señores del Gobierno –PSOE y BNG–; señor Abalo y compañía; señor Louzán y ¿por qué no?, señor Luis Lopez (la Diputación puso mucha pasta en Pasarón-Pontevedra) y si hace falta bajen a la tierra y pónganse a sachar para que el terreno quede liso y brote el gramón de una vez por todas.
Lo único necesario, en estos momentos, es voluntad. Quizás recordar que dentro de dos domingos alguien puede echar habas en la urna para ver si crece, porque eso también es la volundad de muchos ciudadanos. Y los aficionados lo son. No les defrauden, pues el ascenso está también en sus manos ¡Hala Arosa!
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