O Salnés frena los vertidos industriales al alcantarillado

La oficina de control se centra en mejorar y resolver problemas de las empresas para que mejoren sus aguas

Estación Depuradora de Augas Residuais de Cabanelas, en Ribadumia.   | // NOÉ PARGA

Estación Depuradora de Augas Residuais de Cabanelas, en Ribadumia. | // NOÉ PARGA / A. G.

A. G.

Hace dos años, Mancomunidade de O Salnés y Augas de Galicia firmaron un convenio de colaboración para crear una oficina de control de vertidos. Tras esa figura subyacía los constantes problemas que se estaban registrando en el pozo de bombeo de Cabanelas, relativamente próximo a la EDAR de Cabanelas, donde cada vez que se inundaba la zona, arrojaba fuera todo el contenido del alcantarillado. En ese contenido se encontraban restos de vertidos industriales muy importantes que contribuían a contaminar el río Umia antes de una zona marisquera muy importante. Esa oficina también tenía como objetivo convertirse en una experiencia piloto que pudiese servir para otras zonas en las que se registraba el mismo problema.

Dos años después, desde la Mancomunidade consideran que la puesta en marcha de esta oficina ha sido un auténtico acierto y a la vista está el resultado, ya que los problemas en el pozo de bombeo de Cabanelas, sin haberse solucionado todavía -depende de una fuerte inversión de la Xunta- no son los mismos, ya que no se detectan vertidos de tipo industrial. Lo que ha cambiado en esos dos años ha sido la puesta en marcha de la oficina con técnicos expertos en el tema que, lejos de centrarse en sancionar, se han esforzado en informar y asesorar a las empresas para mejorar sus procesos para deshacerse de sus aguas residuales. Lo reconoce el gerente de la entidad, Ramón Guinarte, al señalar que “por lo que hemos apostado ha sido por ayudar a las empresas, por ser un ente amable, ayudándoles en todos los trámites del proceso para autorización de vertidos y actualizar la situación de las empresas a las nuevas normativas; también hemos realizado trabajos de inspección, tomando muestras sobre vertidos para ver si se cumplían los parámetros y, en caso de detectar alguna de esas empresas que incumplía, se hablaba con ella y se le ayudaba a cumplir”.

Aunque hubo un tiempo en que se llegó a barajar la posibilidad de ser duro con las sanciones, lo cierto es que el trabajo de la oficina de control de vertidos ha dejado a un lado las sanciones, ya que no se ha abierto ningún expediente de multa a ninguna empresa, pero se ha conseguido reducir en un 20% el caudal que llegaba a la planta de Cabanelas, un dato que en el ente comarcal califican de excelente porque “se ha conseguido mejorar mucho la calidad del residuo, lo que reduce la amenaza que significaban los vertidos para la planta de Ribadumia”.

No en vano, además de los problemas que los vertidos industriales podían provocar en el cauce del Umia, una de las grandes preocupaciones de la Mancomunidade era la EDAR de Cabanelas cuyo funcionamiento se basa en una serie de elementos biológicos que eliminan los productos contaminantes del agua. Un exceso de vertidos industriales, como el que sufría la red, podía acabar por dañar todo el proceso biológico.

“Queda mucho por trabajar, pero creemos que estamos en el buen camino; hemos tenido muchas reuniones con las empresas, ya que era necesario hacer pretratamientos previos y, al año y medio de funcionamiento de la oficina, conseguimos esta reducción del caudal y de la calidad de los vertidos, todo a base de concienciar a las empresas y de ofrecerles ayuda para mejorar”, explica Guinarte. Durante todo este tiempo, se han encontrado con que la inmensa mayoría de las empresas estaban dispuestas a colaborar pero “en muchas ocasiones, había pequeños detalles, desconocidos para ellos, que había que solucionar para que todo funcionase de forma correcta”.

Otra de las cuestiones por las que había que buscar una solución era por la propia Mancomunidade. Aunque los vertidos industriales no eran responsabilidad del ente, al haber sido realizados en la red de alcantarillado que ellos gestionan, “los responsables ante otras administraciones éramos nosotros, por eso veíamos muy necesario cumplir los parámetros que se exigen para la red de alcantarillado y para el funcionamiento correcto de la Estación Depuradora de Ribadumia”.

Una veintena de empresas tramitan permisos

Una de las funciones que tiene la oficina es tramitar los permisos de vertido de las empresas al alcantarillado, controlando que esas aguas sean adecuadas para ser tratadas en la red. En estos momentos, habría unas 22 empresas tramitando la autorización de vertido después de que la empresa constatase que la mayor parte de ellas carecían de este permiso. En total, la oficina comarcal tiene censadas 146 actividades industriales de los polígonos y fuera de ellos, pues lleva los concellos de Cambados, Vilanova, Ribadumia y desde el pasado año Meaño. Cada año hace un cribado y su trabajo consiste en visitarlas para comprobar que tienen todo en regla y realizar comprobaciones y tomar muestras, así como ayudarlas y asesorarlas en la tramitación de aquellas cuestiones que resulten fundamentales para mejorar la calidad de las aguas que se vierten a la red de alcantarillado de la Mancomunidade de O Salnés. Una de sus misiones es controlar el estado del río Umia y de sus aguas, realizando controles periódicos en cinco puntos diferentes del cauce fluvial. Esos controles han permitido detectar algunos problemas, como la caída del PH coincidiendo con la vendimia, aunque los controles habituales suelen indicar que el principal cauce fluvial de la comarca presenta buenos parámetros. La intención este año es continuar con la realización de inspecciones en unas 70 sociedades y mantener los controles semanales en los puntos del Umia. En cuanto a las empresa, Guinarte, mantiene que “nuestra medida de presión es la insistencia para que se ajusten a la normativa, y estamos viendo que existe una gran disponibilidad por parte de la mayor parte de ellas, por eso todavía no hemos contemplado la ejecución de medidas drásticas”. Estas podrían ser la de desconectar a la empresa de la red comarcal, lo cual supondría no poder tratar sus residuos y abocarla al cierre de sus puertas.

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