37 años transformando A Illa

El puente se inauguró un 14 de septiembre de 1985 después de tres años de obras

El puente de A Illa cumple 37 años como el gran dinamizador que ha tenido el municipio en toda su historia.

El puente de A Illa cumple 37 años como el gran dinamizador que ha tenido el municipio en toda su historia. / Iñaki Abella

A. G.

Pocas veces una infraestructura puede mudar tanto un pueblo como el puente que, el 14 de septiembre de 1985, unió A Illa al continente. El próximo miércoles se harán 37 años de aquella jornada festiva que acabó con el histórico aislamiento que vivían los vecinos de la todavía parroquia de Vilanova hasta aquel momento. Las obras se habían iniciado casi tres años antes, con la colocación de la primera piedra, un 2 de octubre de 1982, por parte del por entonces ministro de Fomento, Luis Ortiz.

Su inauguración era muy esperada. No en vano, el puente se había convertido en una de las tres grandes reivindicaciones que comenzaron los isleños en la década de los 50 y que acabaron consiguiendo en menos de medio siglo: luz, puente y Concello. Aquel día, la mayor parte de los vecinos acabaría cruzando a pie hasta Vilanova un engalanado puente.

En su construcción fueron clave muchas personas, pero quizás una de las que más “se mojó” para que fuese una realidad fue el diputado arousano de la UCD José Antonio Gago Lorenzo. El consiguió convencer al ministro de Obras Públicas de aquel entonces, Sancho Rof, de ejecutar una obra que, para los presupuestos de aquellos años, era faraónica.

El diputado arousano José Antonio Gago Lorenzo fue clave en que el Gobierno del Estado acabase construyendo el puente

Antes del puente, en A Illa, apenas había un puñado de vehículos que utilizaban las fábricas de conservas. Una vez inaugurado, hubo un “boom” de personas para sacarse el carné de conducir, e incluso, algún concesionario de Vilagarcía llegó a batir récords de ventas. A día de hoy, su parque móvil está cercano a los 3.000 vehículos.

Aunque hace tiempo que han ido abandonando el municipio hasta quedar tan solo dos, nada más abrir el puente en A Illa se llegaron a instalar hasta siete sucursales bancarias diferentes, muestra del dinamismo económico que llegó a existir en el municipio. A día de hoy, la mayor parte de su población sigue dependiendo del mar y es autónoma. Lleva años rondando los 5.000 habitantes, cifra que llegó a superar en alguna ocasión, pero los últimos años, en los que se ha registrado una caída de los nuevos empadronamientos, han provocado que no consiga ese objetivo, el que más s ele ha resistido a los vecinos de A Illa en las últimas décadas.

El puente fue un novedosos ejercicio de ingeniería civil para la época en el que se llegaron a utilizar 21.000 metros cúbicos de hormigón

Ese acto fue el inicio de una obra que, para aquella época, fue todo un ejercicio de ingeniería civil ejecutado por Ferrovial Agroman, ya que fue uno de los primeros puentes cuyo tablero estaba construido de forma continua durante 1.980 metros, con tan solo dos juntas de dilatación a cada lado. La viga continua cuenta con 28 vanos de 50 metros de luz t dos extremos de cuarenta. En su construcción, la empresa utilizó 21.000 metros cúbicos de hormigón, 1.300.000 kilogramos de acero pasivo en tablero, 500.000 kilogramos de acero activo pretensado y 2.000 metros de pilotes de 1.500 milímetros de diámetro. Esos son solo algunos de los datos de una infraestructura que cambió por completo la faz de A Illa.

Remodelado de forma íntegra en 2010

Aunque desde su construcción se han acometido varias acciones para garantizar la supervivencia de esta infraestructura, la más importante no llegaría hasta 25 años después de su inauguración. Entre 2008 y 2010 el puente fue sometido a un importante lavado de cara que sirvió para ampliar el tablero para meter un carril peatonal y ciclista. Esas fueron las obras más visibles de cara al exterior, pero las más importantes fueron las que se realizaron en las columnas para luchar contra la corrosión del agua salada. Así, se cambiaron todas las gomas que se encuentran entre el tablero y las columnas y se reforzaron estas con la inyección de hormigón para reparar las deficiencias que, durante un cuarto d esiglo, provocó el mar.

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Carlos Iglesias, alcalde de A Illa, tenía tan solo cuatro años de edad cuando entró en funcionamiento el puente por lo que tan solo guarda pequeños “flashes” de todo lo que ocurrió aquel día. El más vívido es el de viajar en uno d elos primeros coches que cruzó el puente. “Mi padre era médico en A Lama y tenía un coche en Vilanova, un Ford Taunus, que fuimos a buscar andando, cruzando todo el puente en el medio del gentío”. Iglesias también recuerda los gaiteiros tocando por el medio del puente y como todas las farolas que tenía la infraestructura estaban engalanadas con banderas. “Había un gran ambiente de celebración porque todos los vecinos eran conscientes del cambio de vida que iba a suponer este logro, y sobre todo, la satisfacción de haber cumplido con una de las reclamaciones históricas de este municipio”, explica Iglesias. Su apertura fue “una auténtica revolución para todos nosotros, tanto social como económica, pero sobre todo, de libertad, de poder viajar a donde quisiésemos sin depender de la motora”.

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