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Xabier Rial Barreiro nnficha personal | Ingeniero técnico agrario

Los viticultores emplean 195 toneladas de productos químicos al año en las Rías Baixas

“Yo le quitaría los atomizadores a los tractores, es una herramienta adecuada para frutales pero no para emparrados”

Xabier Rial. | // FDV

Desde hace una década, trabajando con firmas como Bayer, Basf, Syngenta y Sipcamp, entre otras, este ingeniero técnico dedica su actividad a la evaluación de fitosanitarios aplicados a viñedo y huerta, que se hallan en fase de experimentación y testado, para valorar su efectividad e idoneidad ante su salida al mercado. Xabier Rial departía en el foro de debate “A Cova do Trasno”, segundo de un ciclo de tres encuentros de primavera organizado por la asociación GAM.

–¿Cuáles son los pasos que sigue un fitosanitario para poder ser autorizado en su salida al mercado?

–Lo primero es estudiar una molécula en laboratorio. Si se demuestra que funciona, el siguiente paso es evaluar su toxicidad a nivel humanos y medioambiental. Si en ella se comprueba que, digamos, no mata mucho, ni a bichos ni a humanos, llega la tercera fase, que sería a nivel agrológico: ahí es donde entra mi trabajo, con consiste en evaluar cómo funciona la materia en el campo. De partida, existen pocos productores de materias activas. Una vez desarrolladas es cuando se ceden a las firmas comerciales (Bayer, Basf, Syngenta, etc.) que son las que fabrican el fitosanitario sobre seguro. Todo esto es un proceso largo, que dura entre 5 y 10 años, y que cuesta muchísimo dinero. Esa es la razón que explica que los algunos fitosanitarios sean tan caros en el mercado.

–Usted lleva 12 años trabajando en esa fase agrológica ¿Es cada vez más restrictiva la norma para aprobar un fitosanitario?

–Sí. Antes, para lograr el registro y salir al mercado un fitosanitario, únicamente se testaba a nivel agrológico, no más. Hoy, en cambio, se precisa ya de un estudio sanitario, y el primero por el que se arranca es a nivel humanos. Si en esa fase se comprueba que esa materia activa ya formulada es muy buena, pero que es demasiado tóxica a nivel humano, se para y no seguirá adelante. De prosperar, llegaría un segundo filtro, que es a nivel de animales: abejas, ratones, conejos… Si se comprueba que, aún matando algo, no mata todo y el daño no es excesivo, podría seguir adelante. Y un tercero, el más fácil de pasar, sería el agrológico, que es testarlo sobre el campo, las dosis adecuadas para la venta, donde únicamente se comprueba su efectividad sobre la planta.

–¿Qué fitosanitarios se han caído por estas restricciones?

–El clorpirifos que se utilizaba para la polilla de la uva… Para eliminar la polilla era bueno, pero a nivel toxicológico para humanos era muy dañino y, por esa razón se cayó. Los viticultores han de saber que los insecticidas van a desaparecer prácticamente todos, dados sus niveles de toxicidad para humanos, salvo aquel que sea realmente muy selectivo. También se van a caer muchos fungicidas que vemos hoy en las tiendas agrarias.

–¿Somos conscientes de los riegos que nos traemos entre manos?

–No. Todos los fitosanitarios tiene dos fichas. Una es la de registro, que es la que leemos, para conocer las dosis que debemos emplear a la hora de aplicar. La otra es la de seguridad, que advierte de los riesgos, y que es la que no leemos: si lo hacemos, igual no lo utilizamos. Nos pasa un poco como con los medicamentos, nos saltamos el capítulo de efectos secundarios y riesgos.

–Para la salud, ¿cuáles son los riesgos más importantes de los fitosanitarios?

–Lo que estamos manejando y esparciendo al aire son productos muy tóxicos con sustancias mutagénicas y cancerígenas.

Una vez en la viña, a la hora de aplicar, ¿cuál es esa práctica habitual incorrecta que a menudo ve y que no debería hacerse?

–Yo le quitaría los atomizadores a los tractores. Esa es una herramienta que fue concebida para los frutales, pero no es ideal para el sistema de emparrado. El aplicador debe dar por seguro que el sulfato sube cuatro o cinco metros por encima de la parra, ese no cae en su viña. La otra práctica incorrecta es aplicar con viento. Con tan solo 5 kilómetros por hora, ese que mueve la hierba, no debemos aplicar, y la norma así lo establece. Además, cuando hace viento, el aplicador opta por subir la presión a su atomizador para que el sulfato suba más, alegando que, de lo contrario, el sulfato no sube y el viento se lo lleva por debajo del emparrado.

–¿Cuánto puede recorrer una nube de sulfato por encima de la parra?

–Sin viento perceptible, puede recorrer 20 metros. Imagínese con algo de viento… puede rondar el centenar de metros ó más.

–¿Se aplica en exceso en el viñedo Rías Baixas?

–Sí, seguro. Por campaña estamos aplicando en O Salnés una media 12 manos de sulfato, que algunos elevan a 15 o 16, o incluso más, y eso es una barbaridad. La pauta de aplicar sulfato cada 10, 12 o 15 días, no sirve para nada. Se ha de saber que la protección que un fitosanitario ofrece a la viña dura muy pocos días. En su caso lo que debería hacer viticultor es conocer su viñedo y actuar como un profesional, pero para ello es preciso pasar por la viña, observarla, vigilarla. No aplicar, si no hace falta. Si lo hacemos bien, una campaña puede resolverse con 7 u 8 manos de sulfato, no más.

–¿Se practica también un abonado excesivo? –

Sin duda, estamos abonando mal y en exceso. Lo recomendable para la planta y para el medio natural sería realizar pequeños abonados, a razón de tres al año. En cambio, aquí solemos abonar la viña una vez al año, y lo hacemos con una cantidad excesiva para que dure toda la campaña, eso es un error.

–Por salud, ¿cuánto tiempo debe transcurrir para ir a la viña después de una aplicación?

–La ficha de cada producto detalla un tiempo… 1 ó 2 días. Pasarse por debajo de la parra un instante no supone problema, pero si se va a realizar un trabajo y permanecer bajo la parra más de una hora, es muy importante por toxicidad el haber guardado ese plazo tiempo.

–Y las casas que empiezan a estar rodeadas de viñas, ¿en cuánto tiempo no deberían ventilar?

–¡Uf! El que una vivienda esté rodeada de viñedos, que es algo cada vez más habitual, es un problema serio. En un código de buenas prácticas el aplicador debería avisar al propietario con antelación para que cerrara su vivienda. Después de aplicar al lado, dejar pasar unas horas sin abrir. Cierto que esas viñas cercanas a casas están llamadas a desaparecer en un tiempo.

–Qué cantidad de fitosanitarios esparcimos al aire en la subzona de O Salnés?

–Solo hablando de Rías Baixas, partiendo de que que tenemos 2.500 hectáreas y aplicamos 12 manos,más 4 de azufre, y sin tener en cuenta otros… El cálculo arrojaría una cifra de 195 toneladas por campaña (en una década se traduciría en cerca de las 2.000).

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