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Un chapuzón en Areoso y vuelta para casa: fórmula para rebajar la presión sobre el paradisíaco islote de A Illa

El archipiélago ha sido excluido del Parque Nacional por sus características pero podría contar con una estricta regulación de Espacio Natural de Interés Local | Empresas como “Piragüilla” plantean contratar a vigilantes

Disfrutar del sol o de un baño de mar es lo que buscan gran parte de los visitantes de Areoso. | // I.ABELLA

Areoso es un espectáculo en si mismo, una postal de ensueño que el Atlántico ofrece a tiro de piedra de A Illa o Vilanova de Arousa. Pero está en peligro, en gran parte, por la masificación que sufre durante los dos meses de verano pero también porque las corrientes marinas se han alterado (quizás tuvo mucho que ver el cambio climático) y perdió el movimiento pendular que contribuía a su cambiante morfología orográfica.

Por estos dos factores principales precisa una protección especial que garantice su conservación para generaciones futuras, aunque el propósito se antoja difícil en estos momentos en los que, en román paladino, se puede afirmar que se trata de un espacio de acceso casi anárquico todos los veranos.

El director del Parque Nacional Illas Atlánticas José Antonio Fernández Bouzas admite que la preservación de este espacio singular obliga a aplicar políticas rigurosas de sensibilización de los usuarios y propone que se el Ayuntamiento el que promueva la declaración de Guidoiros como “Espacio Natural de Interés Local” con el propósito prioritario de regular el acceso y, por tanto, conservar al máximo sus características únicas.

Es a su juicio la única propuesta viable en tanto que este pequeño archipiélago nunca podrá formar parte del Parque Nacional pues, por definición, desempeña funciones distintas a otras islas como Cortegada, Sálvora o las mismas Cíes. “En Areoso se han encontrado vestigios arqueológicos, y son sus blancas playas las que han acentuado el interés turístico”, explica Bouzas al descartar una futura inclusión en la normativa que rige para otras islas de la provincia de Pontevedra y de Galicia. “Se ha encontrado una mámoa y otros restos de distintas épocas históricas, pero también hay que subrayar que tampoco se debe interferir en la actividad marisquera que se lleva a cabo”, pone de manifiesto Bouzas quien plantea que sea el Ayuntamiento el que fuerce dicha declaración de protección.

Buena conocedora de este paradisíaco islote en medio de la ría de Arousa es también Marta Iglesias, gerente de la empresa turística Piragüilla, quien confirma los malos augurios sobre Areoso si las instituciones siguen haciendo oídos sordos al problema de la masificación y no hacen nada para establecer una regulación.

“Tiro piedras contra mi propio tejado si defiendo que se controle el aforo de la isla y en vez de acudir 400 turistas a la vez acudan solo la mitad en un turno de mañana y la otra mitad por la tarde”. Sería su apuesta por la conservación de este espacio único en Galicia pues teme que de seguir así “más pronto que tarde quedaremos sin ella”.

Un lugar paradisíaco a una milla de la costa arousana

O Areoso es el mayor de los islotes que conforman el archipiélago de Rúa y Os Guidoiros, en el interior de la ría de Arousa. Situado a menos de una milla de A Illa de Arousa, su superficie es de poco más de diez hectáreas pues mide 600 metros de largo de norte a sur por 200 en su punto más ancho y solo alcanza 9 metros sobre el nivel del mar en la cima. A pesar de estas pequeñas dimensiones, a finales de los años 80 del siglo XX el arqueólogo José Manuel Rey localizó en su superficie tres estructuras megalíticas, de las que excavó dos, así como un asentamiento de comienzos de la Edad del Bronce, en el que junto a cerámicas y otras piezas se recuperaron abundantes restos de fauna doméstica. O Areoso siguió frecuentándose tanto para el marisqueo como para la extracción de granito para la cantería.

Iglesias, cuya empresa se adhirió a la Carta de Turismo Europeo Sostenible, apuesta por un control riguroso de este espacio, “pero las medidas las tiene que tomar la administración; nosotros estábamos dispuestos a pagar a dos vigilantes pero carecemos de competencias en esa materia; no nos dejan”.

Y a la vez insiste en que el control de visitas a los islotes de Areoso y Pedregoso podría funcionar a semejanza de la playa de As Catedrais (Lugo) que tuvo que limitar el paso por la degradación que causaban las avalanchas de turistas para disfrutarla.

Marta Iglesias sabe que estas medidas hay que adoptarlas cuanto antes para evitar la indeseada desaparición de esta lengua de fina arena en medio del océano, cuya visita es siempre tentadora. Insiste en que para establecer ese orden todos deben jugar con la misma baraja, de modo que todo el mundo cumpla con los requisitos del permiso de acceso.

“Los turistas que vienen a Piragüilla demandan visitas guiadas porque quieren disfrutar de las explicaciones pero también reciben instrucciones para acceder a la isla con todas las garantías; sin embargo lamentan que cuando se les lleva se encuentran a numerosas personas que campan libremente sin ningún permiso”, se queja.

Iglesias insiste en que Areoso tiene que dejar de cumplir el papel de día de jornada de sol y playa. “Lo lógico es que se permitiera acceder media jornada “para darse un chapuzón y conocer su belleza”. Un consejo que no todo el mundo parece estar dispuesto a atender.

Vestigios de antiguas civilizaciones

Los estudios indican que desde el año 5000 antes de Cristo y durante todo el Neolítico, época de construcción de las tumbas megalíticas, el nivel del mar estaría estabilizado entre 5 y 7 metros bajo el nivel actual, con lo cual la línea de costa estaría más al interior de la ría que en la actualidad. Con esta situación, la actual Illa de Arousa formaría en esta época parte de una gran península unida al continente, península de la que también formarían parte el propio Guidoiro Areoso y otros islotes más pequeños como el Corveiro o Guidoiro Pedregoso, explican los estudiosos. El mar permaneció estable hasta comienzos de la Edad del Bronce, hacia el 2200-2000 antes de Cristo, cuando comenzó a subir de forma progresiva hasta situarse 1.000 años después entre uno y dos metros bajo la cota actual. Seguramente durante esta subida fue cuando Guidoiro quedó convertido en una isla, de ahí que no se conozcan ocupaciones humanas posteriores al Bronce, refieren.

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