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"Ser pescador en el Gran Sol te enseña la parte más dura de la pesca"

La onomástica del Día Mundial de Pescador saca a colación las dificultades que rodean una profesión de la que el vilanovés José Luis Iglesias García conoce muchas de sus caras

El marinero vilanovés es ahora bateeiro tras dedicarse al mar desde los 12 años. Noe Parga

En una época en la que imperan las nuevas tecnologías, todavía siguen existiendo labores que solo entienden del componente humano para poder hacerse efectivas. Una de ellas es la pesca, un arte tan antiguo como de actualidad por su necesario aporte al tejido económico, social y medioambiental. Hoy precisamente se celebra el Día Mundial del Pescador, una fecha que sirve para recordar, honrar y reconocer un trabajo que sigue siendo uno de los de mayor riesgo laboral.

José Luis Iglesias García es una de esas personas que sabe lo que es el mar, el más cercano y el más lejano, desde que con 10 años empezó a dejar de ir al colegio para acercarse al puerto de su Vilanova natal y colaborar en todo aquello para lo que se le requiriese. Los barcos de pasajeros a A Illa fueron su punto de partida y poco después ya se especializó en las artes de pesca de bajura como el bou de vara.

Luis Iglesias en el barco en el que ahora desarrolla su labor como bateeiro. Noe Parga

“Empecé con 12 años a trabajar. Mi padre era carpintero y yo enseguida encontré en el mar un modo de vida. Allí donde se me reclamase, allí estaba y se convirtió en mi manera de conseguir dinero e ir aprendiendo poco a poco el oficio”, apunta el vilanovés.

José Luis Iglesias no lo dudó cuando le llegó la oportunidad de embarcar para faenar en el Gran Sol

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Su primera experiencia mar adentro surgió casi por casualidad. “Conocí a una persona que me dijo que estaban saliendo barcos a faenar a las Islas Malvinas. Tenía 25 años y allí me fui”. Cuenta Luís Iglesias que fue allí donde conoció lo que es estar lejos de casa en agotadoras jornadas de trabajo.

“Fui a saber de verdad lo que era navegar. Quería tener esa experiencia y fueron cerca de cinco meses los que estuvimos trabajando en aguas argentinas. Aquello fue duro de verdad. Apenas se descansaba porque siempre había algo que hacer y mientras hubiera pescado en la red allí no se paraba”, apunta.

Aquello no le amilanó y le llevó a aceptar cuando le llegó la posibilidad de embarcar para el Gran Sol y tampoco lo dudó. “Ser pescador allí te enseña la parte más dura de la pesca. Es muy duro”, apunta el pescador vilanovés que todavía recuerda los oleajes y el mal tiempo como una amenaza incluso de muerte mientras faenaba en la cubierta buscando dónde agarrarse para hacer frente al bamboleo del barco y a los golpes de mar.

Los jóvenes de hoy en día no quieren saber nada, la sociedad no es la misma y los trabajos de esfuerzo, físicos y duros lo tienen muy complicado para encontrar relevos

José Luis Iglesias - Pescador y bateeiro

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La edad y la familia le llevaron a comprar una batea y dejar de exponerse a la inmensidad acuática, pero a Juan Luis Iglesias no le extraña para nada que exista un problema de relevo generacional para una profesión tan dura como la de pescador. “Primero tienes que tener cierta vocación y conocimiento de lo que es el mar, pero la realidad te hace ver que la gente que se embarca para estar tanto tiempo fuera de casa es por razones de necesidad vital. Los jóvenes de hoy en día no quieren saber nada, la sociedad no es la misma y los trabajos de esfuerzo, físicos y duros lo tienen muy complicado para encontrar relevos”, asegura en el día que se homenajea una profesión con múltiples variantes e historias de vida.

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