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Adiós a Luis Rey, el nexo de una familia forjada a fuego

El alcalde Varela coloca la insignia de la ciudad en la solapa de Luis Rey Iñaki Abella

La muerte de Luis Rey Bóveda, a los 88 años, último hijo del fundador de la principal empresa de fundiciones vilagarciana, ha causado una honda consternación en una ciudad que hace solo un año le entregó la más alta distinción, la Medalla de Oro, por los 75 años ininterrumpidos de vinculación con el pueblo que le vio nacer.

La muerte le sobrevino de madrugada pues su estado de salud era delicado desde hace algún tiempo. Su última aparición pública fue precisamente el pasado 21 de febrero de 2020 cuando participó en el acto solemne que le dispensó su ciudad en reconocimiento a la larga trayectoria de la firma que creó su padre Ramón Rey Goldar en el año 1944 cuando se instaló en la calle San Roque, y en la que “trabajaron muy duro todos los hermanos: Carmen, Elías, Secundino, Luis y Olimpio, recuerda con emoción Elías, hijo de su única hermana.

Operario de Fundiciones Rey en un trabajo de soldadura. | // N. PARGA

El mérito de convertir ese pequeño taller de fundición artesanal en la empresa multinacional actual justificó el multitudinario homenaje que Vilagarcía brindó a la familia Rey hace año y medio. El 21 de febrero fue la fecha elegida para imponer a Luis Rey la insignia que reconocía su comprometida trayectoria y prestigio internacional, que a día de hoy mantiene relaciones comerciales con al menos diez países de todo el planeta, con vínculos en Escandinavia y Europa central, con China, Brasil o Perú, entre otros.

Expansión

En la actualidad, la firma vilagarciana cuenta con dos centros logísticos, en Rubiáns, donde produce al año más de 4.000 toneladas de piezas en hierro, acero, bronce y aluminio, además de la firma “Rey Bronze”, situada en el polígono de A Raña, en Cuntis, que produce unas 600 toneladas al año de la que Luis Rey se sentía especialmente orgulloso.

Luis Rey con el diploma que acredita la Medalla de Oro de Vilagarcía, en presencia de los sucesivos alcaldes de la ciudad Iñaki Abella

Una actividad que como han explicado en varias ocasiones los actuales responsables de la fundición sigue en expansión en O Pousadoiro en la que tenían previsto de duplicar la producción, un objetivo que ya se convirtió en la “espinita” póstuma que el industrial vilagarciano nunca se pudo arrancar por las trabas burocráticas que sufre desde hace lustros el proyecto.

Trayectoria

La firma de fundición comenzó a operar en Rubiáns en 1982 pero antes, en 1975, empezaba a tener un crecimiento espectacular pues aquel pequeño taller dedicado sobre todo a fabricar tapas de registro y mobiliario urbano de la época empezó a atender grandes proyectos para firmas que entonces tenían enorme relevancia nacional e internacional como Motores Pazó en Pontevedra o Allóns en Ribeira, que ya hacían piezas gigantescas para motores de camiones o barcos. Es la época en la que se produce el traslado al Calexón de Caneda, de cuando mantenía lazos con firmas conserveras, con Lantero, Mensa o Larsa y desde donde llegó luego el impulso internacional que en las últimas décadas promueve la tercera y cuarta generación en su factoría de Rubiáns.

Luis Rey se sentía muy orgulloso de esta evolución, de esa larga trayectoria forjada a fuego que permitió el salto de una pequeña firma artesanal al complejo mundo industrial.

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