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Aulas cargadas de nervios, emociones y reencuentros

Los padres contemplan la entrada de los pequeños en el colegio en el día de ayer. Iñaki Abella

Emoción o nervios son palabras que no alcanzan a explicar todo lo que se vivió ayer a las puertas de los colegios de Infantil y Primaria, donde 8.276 niños regresaban a las clases para afrontar un nuevo curso. La de ayer fue una jornada más lúdica que académica, más de reencuentros que de ejercicios y más de conocer a los nuevos compañeros y profesores que de estudiar. Así se entendió en todos los centros, donde se articularon diversos tipos de sorpresa para el recibimiento a los más pequeños.

Los colegios se convirtieron en una fiesta para los más pequeños. Iñaki Abella

Un ejemplo fue el Anexo A Lomba de Vilagarcía, donde los más chiquillos fueron recibidos con música de grupos como Hombres G o con el “Bienvenidos” de Miguel Ríos. El recibimiento musical incluyó una coreografía por parte de los profesores que dejó a los más pequeños totalmente sorprendidos. El baile se consumó con varios cañones lanzando confeti para demostrar que acudir al colegio también puede convertirse en una fiesta.

En el colegio Torre-Illa, los pequeños fueron recibidos por el equipo directivo, especialmente los más pequeños, que se incorporan al centro. A la mayor parte de ellos se les notaban las ganas de regresar a la rutina y de compartir momentos de nuevo con sus compañeros y contarse las experiencias vividas durante el verano.

Una de las diferencias que existe con respecto al pasado año es que ya no se enfrentan a la incertidumbre de la pandemia, “ya la conocen y ya saben convivir con ella, también saben cuáles son los protocolos y, en nuestro caso, hemos tratado de mejorar la trazabilidad de los posibles positivos estableciendo grupos burbuja en las aulas para evitar que se tenga que confinar toda la clase”, explicaba ayer un profesor.

Los operarios apuran las obras que comenzaron en verano. Iñaki Abella

Grupos burbuja

De hecho, para esos grupos burbuja se establecen tres situaciones que, en caso de darse, obligarán a confinar a los cuatro que integran el grupo en caso de un positivo: contacto sin mascarilla, a menos de metro y medio y más de quince minutos. Esas situaciones solo se van a dar en la merienda, donde coincidirán los cuatro alumnos en esas circunstancias. En el resto de actividades, la mascarilla y la distancia de seguridad estará siempre presente, incluso en el patio.

Aunque iniciada el pasado año, una de las grandes novedades de este curso en A Illa son los caminos escolares que están utilizando los pequeños para acudir al colegio. En algunos grupos se van a estudiar durante todo el año, analizando el metrominuto que existe en el municipio y viendo cuáles son sus puntos fuertes y cuáles los puntos que puedan suponer un riesgo para los peatones al coincidir con el tráfico rodado.

Una situación similar al del resto de la comarca se vivió en el colegio San Bartolomeu de Tremoedo, donde los más pequeños, aquellos que llegaban por primera vez al colegio, vivieron sus primeros momentos “con muchos nervios y chequeando todo lo que veían, pero creo que al mismo tiempo, con una gran emoción que se les notaba en las caras”, explicaba ayer la directora del centro.

Más confiados llegaban los mayores, no solo por conocer el colegio y reencontrarse con sus compañeros, sino porque “afrontamos el curso con mucha menos incertidumbre que el año pasado”.

Superar el drama

No en vano, explicaba la directora, “ya están familiarizados con todas las rutinas contra el COVID-19; es cierto que el pasado año fue un drama para todos, desde los pequeños, obligados a moverse con la mascarilla, hasta para los profesores; resultó duro, pero ahora regresan a una rutina que ya conocen perfectamente”.

Los cambios en las medidas contra el COVID-19, como la reducción en la distancia de seguridad, es algo que en Tremoedo apenas va a afectar porque “somos un colegio muy pequeño y con pocos alumnos y eso nos permite mantener las mismas distancias que el pasado año”.

Además, esperan recuperar actividades como cuentacuentos o visitas a museos siempre que puedan celebrarse en condiciones de seguridad.

Obras que se apuran en el último instante

La mayor parte de los concellos aprovechan el verano para realizar las obras de mantenimiento de los centros. La mayor parte de ellos se encuentran en perfectas condiciones cuando llegan los primeros alumnos, pero no es el caso de todos. Este año, los operarios municipales se afanaban dando los últimos retoques a las obras de verano en el colegio Vagalume de Vilagarcía y en alguno más por la comarca, pequeñas reparaciones que estaban todavía pendientes de realizar. El pasado curso resultara mucho más problemático en la comarca de O Salnés, con el colegio Julio Camba de Vilanova aplazando el inicio de las clases a causa de las obras.

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