En momentos en los que Cambados sufría el azote del máximo nivel de restricciones, y con la hostelería relegada a cerrar sus puertas, Yayo Daporta ha querido invertir el tiempo en sí mismo. El Camino de Santiago se ha convertido en el particular sitio de su recreo. Unos momentos y unos lugares que le han supuesto una experiencia que él mismo califica de “altamente recomendable”.

Casi por casualidad y con una gran parte de arrebato repentino, el cocinero cambadés reconoce que no lo tenía planeado, pero que ni lo dudó en el momento en el que se atrevió a dar el primer paso de un camino que le llevó a recorrer 500 kilómetros en 14 días y, curiosamente, al ritmo que le iba marcando la pandemia.

El cocinero cambadés reconoce que no lo tenía planeado, pero que ni lo dudó en el momento en el que se atrevió a dar el primer paso de un camino que le llevó a recorrer 500 kilómetros en 14 días

“Pasé unos días de vacaciones en Madrid y en Valladolid. Estuve con amigos y compañeros de profesión. Llegué a Burgos y fue ahí donde me animé a iniciar el Camino. Tenía algo de ropa de deporte en la bolsa, me equipé con lo que me hacía falta y mi primera idea era solamente llegar a León”, apunta el cocinero Estrella Michelín.

Daporta calificó la experiencia de altamente recomendable. Iñaki Abella

Fue a su llegada a la capital leonesa cuando, ante la prolongación del nivel alto de restricciones en Cambados, decidió continuar. “Como vi que teníamos para diez días más de cierre, me marqué como objetivo llegar a Lugo. Cuando estaba en Ponferrada decidí subir el ritmo porque ya se hablaba de un cambio al nivel medio y ya tenía claro que quería llegar a Santiago”.

Cuando estaba en Ponferrada decidí subir el ritmo porque ya se hablaba de un cambio al nivel medio y ya tenía claro que quería llegar a Santiago

Yayo Daporta - Cocinero Estrella Michelín

A una media de 30 kilómetros diarios, que aumentó hasta los 45, en los últimos días, Yayo Daporta también fue capaz de maridar su esparcimiento con su trabajo de una manera muy curiosa. “Había llevado mi coche. Entonces hacía la etapa y volvía en taxi a por el coche para luego ir a visitar restaurantes de amigos. Algún día me desplazaba a una ciudad, pero priorizaba el estar en lugares recogidos e imbuirme de lo que es la experiencia del Camino”, señaló.

Con la única experiencia en largas distancias cuando el pasado noviembre caminó desde Sarria hasta Arzúa, el restaurador no puede ocultar que disfrutó “de paisajes impresionantes” pese a que le tocó un tiempo de todo tipo. “Me mojé, pasé frío y calor, pero sobre todo disfruté de lugares preciosos. En Castilla en el mes de mayo también hay estampas increíbles. Hice un montón de fotos porque la verdad me gustaba todo lo que veía”, señala.

Nunca antes había realizado el Camino. Iñaki Abella

Con todo ello, Yayo Daporta no puede pasar por alto que la frondosidad y naturaleza de Galicia no tiene parangón, “a veces iba caminando y me paraba un rato simplemente a contemplar todo lo que veía. A nivel mental es una experiencia buenísima porque desconectas y a la vez reflexionas mucho”.

Una puesta en orden de prioridades que, como señala, “me servirá para afrontar a partir de ahora la nueva temporada de trabajo y seguro que me darán más de una idea”, concluyó.

“Cuidar los pies es clave; llegué al Obradoiro sin una ampolla”

Todo lo relativo al distanciamiento social también se hace notar en una alarmante disminución de peregrinos. El propio Yayo Daporta descubre que “casi todos los albergues están cerrados y te encuentras a muy poca gente. Yo hice las catorce etapas en solitario salvo tres en las que coincidí con un cliente madrileño del restaurante y una que me acompañó un peregrino de Croacia. El resto lo hice yo solo y lo disfruté muchísimo”.

Como buen caminante reconoce que la clave “está en cuidar los pies. Hay que cambiar los calcetines cada 10 kilómetros y no caminar con ellos mojados. Hay que hidratarse bien, evitar las rozaduras con vaselina y yo llegue al Obradoiro sin una sola ampolla”.