La pandemia obligó a suspender la Romería Vikinga de 2020, el drakkar de la asociación cultural Ateneo Vikingo, uno de los protagonistas en la batalla que se libra cada primer domingo de agosto, se hundió en el Ulla el pasado mes de diciembre –fue reflotado unos días después– y otro de los barcos de guerra que reinan en el río, el “Torres de Oeste” –propiedad del Concello de Catoira– se encuentra en una situación deplorable.
Lo cierto es que pensar en la siguiente cita con los bravos guerreros nórdicos no es fácil, ya que las cosas no pintan bien.
Pero el alcalde, Alberto García García, que también libra su propia batalla para asegurar el cargo y salvar la escaramuzas políticas que tratan de derrocarlo, –con motín a bordo incluido– se ha propuesto recuperar este año esa tradicional, multitudinaria e internacional romería caracterizada por el desembarco de los vikingos que, ávidos de vino, se lanzan a tierra desde sus drakkar a los pies de las Torres de Oeste.
Junto con Iván Caamaño, el líder del PP local que, a pesar de estar en la oposición, colabora con el alcalde “para desarrollar éste y todo tipo de proyectos que beneficien a los vecinos”, se han puesto manos a la obra en la planificación de la romería, con la esperanza de seguir ostentando las mismas responsabilidades cuando llegue el momento.
El objetivo no es otro que reflotar la Romería Vikinga después del parón provocado por la pandemia. Y el primer paso consiste en recuperar el drakkar “Torres de Oeste”, actualmente varado en el entorno del club de piragüismo y la piscina fluvial.
El propio Iván Caamaño indica que “fue varado hace unos días y ya se empezó a trabajar en el casco para repararlo y tenerlo a punto para la Romería Vikinga”, el 1 de agosto.