Efecto invernadero, calentamiento global, cambio climático o lluvia ácida son una serie de términos que se suelen escuchar de forma periódica en los mass media pero sin que se llegue a profundizar en cuales son sus efectos y, sobre todo, como se originan. Ese vacío es algo que dos jóvenes periodistas de O Salnés, la cambadesa Tania Alonso y el vilagarciano Juan Fernández, se han marcado como objetivo llenar, escogiendo por actualidad los temas, desarrollándolos con enlaces y demás información y remitiéndolos a través del sistema de newsletters a las personas que se han adherido a Planeta Mauna Loa. Especializados ambos en cuestiones medioambientales decidieron, hace algo más de un año, crear una herramienta que favoreciese la búsqueda de información sobre cualquier tema de actualidad vinculado al medio ambiente o la biodiversidad, poniendo a disposición de la gente un resumen de la actualidad científica, política y social relacionada con el planeta, sus ecosistemas y sus habitantes. Sería un boletín semanal en el que una parte importante del mismo se centraría en el cambio climático, haciendo que la ciencia tomase la palabra y concienciando, a la vez que se aportan datos, de la situación que puede afrontar el planeta si no se ponen medidas para frenarlo.

El 9 de abril de 2020, en pleno confinamiento por la pandemia, salía a la luz el primer boletín. Desde entonces, se han publicado 48 diferentes. En cada uno de ellos se ofrecen varios temas desglosados tras un análisis de medio centenar de medios divulgativos especializados, tanto nacionales como internacionales, contratando de forma rigurosa todos los datos. Esas temáticas se complementan con varios breves llenos de curiosidades y datos sobre diferentes aportaciones que puedan resultar atractivas para el lector.

La elección de la vía newsletter en lugar de apostar directamente por la web es algo que Alonso y Fernández tuvieron muy claro desde el inicio del proyecto. “La web obliga al lector a buscar la página y el artículo determinado, mientras que la newsletter, que se está consolidando como método de información, facilita al lector el acceso a los datos a través de su propio mail”.

La intención de Mauna Loa es transmitir información de forma neutra, “sin generar angustia o hacer que los lectores se sientan mal delante de desafíos como el cambio climático o la pérdida de la biodiversidad, informar sobre lo que sucede en el planeta, con sus ecosistemas y sus habitantes y hacerlo mostrando sus implicaciones científicas, políticas y sociales”.

Alonso y Fernández reconocen que en el mundo de la ciencia “estar bien informados es clave para tomar mejores decisiones, creemos que es necesario e importante conocer qué es lo que está pasando con el medio ambiente y cuales son las consecuencias”, explican antes de afirmar que “no se trata de un problema lejano que no nos va a influir, es una realidad global que tiene consecuencias en muchos sectores importantes para la economía, como la agricultura, la pesca, la industria o el turismo, nos influye en cuestiones tan sencillas como la factura de la luz o en la vivienda” .

Un periodismo como el científico no está exento de fake news o de informaciones erróneas que acostumbran a inducir a error. Alonso y Fernández reconocen que “nos hemos encontrado con algunas noticias que tenían planteamientos erróneos, sobre todo en medios no especializados, donde es más complicado tener acceso a la información que podemos manejar nosotros, por eso tratamos en cada boletín de ser concisos y mostrar cuales son las fuentes de las que el lector, si está interesado en el tema, puede beber directamente”.

Los boletines son totalmente gratuitos y tras ellos existe “un importante trabajo, y sobre todo, un interés personal por el conocimiento del medio ambiente y de informar sobre él de forma veraz y sin ningún tipo de intereses, sean de grupos ecologistas o de determinadas industrias más o menos contaminantes”.

El nombre del volcán más grande del mundo


La elección del nombre del proyecto, Planeta Mauna Loa, no es una casualidad. Mauna Loa es la palabra hawaiana que designa al volcán más grande de la tierra, con más de 4.170 metros sobre el nivel del mar, 5.271 kilómetros cuadrados de superficie y unas laderas que se hunden en el mar unos cinco kilómetros. En una de sus laderas se encuentra, desde 1958, un observatorio especializado en medir la presencia de dióxido de carbono en la atmósfera. El observatorio fue fundado por Charles David Keeling que acabaría descubriendo uno de los grandes problemas a los que se enfrenta la humanidad, que la quema de combustibles fósiles estaba cambiando el clima terrestre. Desde entonces, dos veces al día, el observatorio sigue tomando muestras, detectando el incremento constante de CO2 en la atmósfera de la tierra, lo que se conoce como la “curva de Keeling”. Con esos datos sobre el observatorio “el nombre estaba casi decidido de antemano”.