Los vendedores de las plazas de abastos confiesan estar ante el peor momento económico que podían imaginar. Saben que, tradicionalmente, enero es un mes duro para ellos; muy flojo desde el punto de vista de las ventas. Lo que jamás habían pensado es que pudiera llegar a ser tan malo como lo está siendo ahora, sin duda a causa de los efectos derivados de la pandemia del coronavirus.

“Todos sabemos que después de las fiestas navideñas hay menos producto disponible en las lonjas y nuestros clientes ya no compran tanto pescado y marisco, por eso estamos acostumbrados a sufrir un bajón cada mes de enero”, manifestaban ayer en el mercado municipal de abastos grovense. E inmediatamente añadían: “Lo que está sucediendo este año es realmente preocupante”.

“Desesperante”

Parece ser que el jueves había sido una jornada “desesperante” en buena parte de los mercados de abastos arousanos, “porque no había nadie comprando”, explican los consultados.

Y ayer ocurrió algo parecido, tal y como sospechaban en la plaza de Vilagarcía a primera hora y como confirmaron al finalizar la jornada.

En la de Cambados, más de lo mismo. Algunas vendedoras coincidían al señalar que “el miedo que tiene la gente a contagiarse por el coronavirus y los cierres perimetrales nos están matando”.

Otros vendedores aseveran, en sintonía con esto, que “la clave está en las limitaciones en el sector de la hostelería, lo cual nos condiciona muchísimo, ya que nos resta una importante fuente de ingresos”.

Lo cierto es que todos los consultados apuntaban que “hay menos gente que nunca comprando en las plazas”, que “las ventas están siendo pésimas” y que incluso hay vendedores que decidieron dejar de trabajar “porque son más los gastos que los ingresos”.

Ni que decir tiene que sin clientes a la vista, disminuye la cantidad y variedad de producto en los mercados de abastos, como se comprobaba ayer.

Aunque en ello también influye, no cabe duda, el mal tiempo de los últimos días. De ahí que la escasez también se haga notar en las lonjas de contratación.