La festividad de San Antonio Abad pasó casi desapercibida aunque algunos fieles no dejaron pasar la oportunidad de acudir con sus mascotas hasta las iglesias de Vilagarcía y Cambados a pesar de que la bendición se había suspendido debido a la mala evolución de la pandemia.

El párroco cambadés José Aldao expresaba con gestos su decepción su tristeza pero confía en que para 2022 “vuelva a recuperarse la fiesta” en la que conmemora al patrón de los animales domésticos. Una tradición que se mantuvo muy pujante en los últimos años y que siempre llenaba el templo, más todavía si como ayer la onomástica coincidía en domingo.

Con todo hubo fieles que no dejaron pasar la oportunidad de acercarse a la iglesia con sus mascotas. Fue el caso de un padre y una hija que llegaron a las puertas de la iglesia de San Francisco con la idea de que se celebraría la bendición en el atrio. No descartaban proponer tras la misa un acto privado, con sus cachorros de pastor alemán y belga.

La misa de San Antonio se había convertido en los últimos años en una de las más multitudinarias. Los fieles se vestían de gala y acudían con sus mascotas, desde perros a gatos, pasando por pájaros, monos y visones, para recibir el agua del hisopo y la bendición del sacerdote.

Una verdadera fiesta en la que los animales gozaban del protagonismo que se merecen y que este año deberían ser homenajeados por partida doble si se tiene en cuenta que durante el confinamiento fueron la mejor “excusa” para dar un pequeño paseo por las calles de todas las ciudades.

Ayer, en Cambados, perros y gatos se quedaron sin ceremonia, lo que no quiere decir que no hayan salido de paseo por el centro histórico. Un espacio en el que la animación fue espectacular toda la mañana, con terrazas que llenaron el aforo permitido desde primeras horas de la mañana.

Como contraste, también poner de manifiesto la existencia todavía de muchos perros abandonados que cada día corren peligro en las carreteras de toda la geografía comarcal como se puso de manifiesto en la glorieta de O Rial que cruzaron cuatro canes de raza pequeña, abandonados a su suerte y que lograron esquivar a un conductor.

Es precisamente el abandono el principal lastre al que se enfrentan los refugios como el que dirige Olga Costa o el de las instalaciones de Armenteira.