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El BDRI demanda para el lobo el mismo respeto y respaldo social que se han ganado los delfines

Bruno Díaz se posiciona en contra de “permitir el desplazamiento de cazadores por toda la comunidad para realizar batidas”

Bruno Díaz López. | // FDV

El Instituto para el Estudio de los Delfines Mulares (BDRI) pide respeto para los lobos. No para los marinos, esas focas que ocasionalmente se presentan en la costa gallega, que también, sino para los cánidos cuya población trata de recuperarse en los montes de la comunidad.

Bruno Díaz López, el director de ese centro de investigación, asentado en O Grove, apela a la responsabilidad de la sociedad y las autoridades competentes, buscando una concienciación que propicie la protección de los lobos, como desde hace mucho se hace con los delfines y demás mamíferos marinos.

Se posiciona de este modo después de que se tomara la decisión de “permitir el desplazamiento de cazadores por toda Galicia, a pesar de las restricciones de movilidad para la población provocadas por el COVID-19, solo con la finalidad de realizar batidas de lobo”.

Tras mostrar sus dudas respecto a los criterios científicos o sanitarios que puedan avalar esta medida, el doctor en Ecología que dirige el BDRI recuerda que “hace no muchos años en Galicia también se realizaban batidas para matar delfines mulares, ya que se consideraban un problema para los pescadores”.

Sin embargo, “y afortunadamente”, aquellas batidas para reducir la población de mamíferos marinos dejaron de producirse gracias a “la concienciación de la opinión pública y numerosos estudios científicos que permitieron entender mejor la necesidad de la conservación de estas especies para que exista un adecuado equilibrio en el ecosistema marino y que este sea más estable y productivo, para beneficio de todos”.

Pero no ocurre en el caso del lobo, autorizándose batidas que “carecen de sentido en el siglo XXI” y “no se justifican desde un punto de vista ecológico, de gestión de los ecosistemas, ni de las actividades humanas, de ahí que sean ya pocos los países europeos que siguen aplicándolas”.

Esto lo lleva a decir que si los cánidos causan daños a los ganaderos cuando atacan sus animales “deben abordarse acciones de apoyo por parte de las administraciones, tratando de compensar los daños, realizando estudios científicos y fomentando la educación”.

En este sentido, no está de más recordar, y así lo hace el director del BDRI, que España y la Unión Europea “son partes contratantes en el Convenio de Berna, cuyo objetivo es conservar la flora y la fauna silvestres y sus hábitats naturales, haciendo especial hincapié en las especies amenazadas y vulnerables”.

El lobo es una de ellas, e incluso se la considera una “especie de fauna estrictamente protegida”, lo cual supone, asevera Bruno Díaz, que la Xunta y el Estado central “tienen la obligación, entre otras cosas, de prohibir toda matanza de lobos”; máxime cuando hay “alternativas satisfactorias” a matanzas que van “en detrimento de la supervivencia de la población”.

La hembra de delfín que varó en A Toxa en abril de 2016 se pasea con dos pretendientes

El estrecho seguimiento de los mamíferos marinos que realiza el BDRI permite obtener resultados de valor científico, pero también deja al descubierto numerosas anécdotas o curiosidades. A modo de ejemplo, el centro que dirige Bruno Díaz explicaba hace unos días que la hembra de delfín bautizada como R4 visitó el entorno de la isla de A Toxa junto a dos machos “pretendientes”, fotoidentificados como Q2 y E5. Pues bien, se trata de la madre que varó en esas mismas aguas en abril de 2016, cuando pesaba unos 250 kilos, junto a una de sus crías, con alrededor de 180 kilogramos. Años después, gracias al proyecto “Turgasur”, la Coordinadora para el Estudio de los Mamíferos Marinos (Cemma) los identificaría como “Eunice” y “Toxeiro”, vistos junto a “Beyonsé” y “Beijín”, otros dos delfines mulares que habían sufrido el mismo problema en 2017. El de 2016 fue un episodio que alcanzó gran notoriedad gracias al trabajo realizado por la Coordinadora para el Estudio de los Mamíferos Marinos (Cemma), como entidad encargada de la Red de Varamientos de Galicia. Miembros de esta entidad y del BDRI, así como vecinos que quisieron sumarse al operativo y miembros del servicio de protección de la naturaleza de la Xunta colaboraron entonces para rescatar esos dos arroaces, que habían quedado varados en las “trampas” en que se convierten, cuando se forman “pozas”, los bancos de arena situados en A Vía, entre A Toxa y la península grovense. Bruno Díaz López había explicado durante aquel agónico rescate, a escasos metros del puente que da acceso a la isla, que los animales probablemente habían accedido a la zona por la cara interior de la isla (la situada hacia Cambados) cuando se vieron sorprendidos por la bajada de la marea y se quedaron sin la suficiente profundidad para continuar con la marcha. Finalmente, tras muchos esfuerzos para ayudarlos por parte de una veintena de personas, la hembra y su cría salvaron sus vidas y pudieron regresar a aguas más profundas. Pero la historia no terminó ahí, sino que se les siguió la pista en años posteriores. De ahí que el BDRI esté en condiciones de asegurar que R4 volvió a ser madre en 2018 y que su cría se independizó el pasado verano. Esto explica que R4 sea nuevamente apta para la reproducción y esté siendo acompañada con frecuencia por los machos que tratan de aparearse con ella. No es, ni mucho menos, la única prueba de que los mamíferos marinos están más controlados que nunca en las Rías Baixas. La Cemma también siguió la pista de esos dos delfines tras varar, detectándolos solo quince días después nadando tranquilamente en la ría. En mayo de 2019 volvió a toparse con la hembra de arroaz, bautizada como “Eunice”, que ya no estaba en compañía de su cría, “Toxeiro”, sino que nadaba junto a otro arroaz adulto, “Ioio”.

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