La adquisición del emblemático Pazo Baión, actual buque insignia de la marca Condes de Albarei y que fue adquirido al Plan Nacional de Drogas tras el embargo al narcotraficante arousano Laureano Oubiña, es el principal lastre al que se enfrenta desde 2008 la empresa vitivinícola con sede en Castrelo (Cambados).

La operación fue en su día un verdadero hito pues no solo permitió recuperar una propiedad manchada por la lacra de las drogas para reconvertirla en un referente vitivinícola, sino que la firma se hacía con un edificio singular rodeado por una importante extensión de viñedos centenarios.

Pero esta compra, obtenida en una dura lucha con otras firmas como Freixenet que también pujó en su día, se convirtió en el principal problema económico que arrostra desde hace 12 años, pues además del coste de la compra hubo que sumar las inversiones en mejorar las instalaciones. Según cálculos realizados por fuentes próximas a la sociedad, la inversión se acercaría a los veinte millones de euros aproximadamente.

Se trata de una deuda a la que no tiene que hacer frente la cooperativa sino la empresa filial creada tanto para la elaboración como comercialización e inversiones, es decir la Sociedad Anónima Unipersonal (SAU) que es la real propietaria del pazo vilanovés.Una propiedad que desde 2008 se ha convertido en el marchamo de Condes de Albarei pero que la vez ha supuesto el mayor lastre económico, como se observa en las cuentas de la compañía cuya gráfica es deficitaria desde aquel momento, pese a las actividades que se realizan alrededor del viñedo.