Emilio Fariña y Gonzalo Durán apuntan que la tarde del jueves estuvo marcada por la incertidumbre y la tensión. El responsable del albergue público explica que recibió a los peregrinos junto a su pareja, que está viviendo en Cataluña, y que su mayor temor era, "que pudiese contagiarse ella".

El encargado del albergue afirma que, "los peregrinos no quedaron abandonados" en ningún momento por la tarde, pues tanto él como el alcalde estuvieron con ellos, ayudándoles a disponer colchones sobre la pista, dándoles agua y llevándoles unas pizzas. "Ahora que dieron negativo es muy fácil abrazarse a ellos y darles un beso -asegura Fariña al preguntársele por la experiencia-, pero en aquel momento todos éramos conscientes del riesgo que estábamos asumiendo".

Eso sí, y aunque no fue humanamente posible guardar las distancias de seguridad en todo momento, tanto Fariña como el alcalde se protegieron con mascarillas y guantes, que cambiaban cada poco tiempo.

Gonzalo Durán, por su parte, elogió la rápida actuación del Sergas, "en dos horas estaban aquí con un equipo volante" , y apuntó que aunque el incidente quedó en un susto, la lección principal que se puede extraer es que, "ahora ya sabemos lo que hay que hacer" en caso de que llegue un caso sospechoso de Covid. "Ante la duda, lo primero es apartar a la gente, y después se actúa".

Emilio Fariña plantea que el ambiente ya era mucho más distendido ayer por la mañana, cuando empezaron a llegar indicios sólidos de que se había tratado de una falsa alarma. Por si acaso, durante la noche se bloquearon las puertas del pabellón con cadenas y candados, para no tener que lamentar imprudencias. Una vez terminada la pesadilla, "los peregrinos no sabían como darnos las gracias, nos comían a besos, porque en ningún momento se sintieron desplazados".

Ocho casos activos

En el área sanitaria Pontevedra-O Salnés había ayer ocho casos activos (uno más que el jueves), aunque ninguno está hospitalizado.