Aunque no tengan clientes, los costes de funcionamiento de cada depuradora son cuantiosos, tal y como explican en el sector.

El gasto energético, por ejemplo, es muy elevado, debido al bombeo constante de agua de mar para rellenar los tanques y piscinas de depuración. A este respecto, cada especie debe ser tratada en tanques separados y, además, cuesta lo mismo mantener abierta una depuradora con 50 kilos de producto en sus piscinas que hacerlo cuando tiene acumulados 5.000.

Este es un problema añadido porque del mismo modo que hay instalaciones que tienen tanto stock que no son capaces de deshacerse de él, también las hay que siguen abiertas porque el Estado no las mandó cerrar pero que sufren el desabastecimiento derivado del cese de actividad de los mariscadores, cada vez más acusado en Galicia.