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María Dolores (Lola) Pérez Carrasquilla: "Lo más duro es ver niños que mueren de hambre y enfermedades curables"

"Pido a todos que sean conscientes de que debemos cuidar el planeta, que es nuestra casa común; si lo hacemos y evitamos tirar basura al mar podemos cambiar el mundo"

La misionera María Dolores (Lola) Pérez Carrasquilla ofreció ayer una charla en O Grove en la que explicó cómo ha pasado más de la mitad de su vida. Es decir, contó a los presentes su experiencia como misionera en Zimbabue, donde participa en diferentes acciones desarrolladas por Manos Unidas. Es, precisamente, la "Campaña contra el hambre" de esta Organización No Gubernamental (ONG) la que propició la intervención de la hermana en la villa meca, donde pudo transmitir experiencias realmente desgarradoras y hacer un llamamiento a la preservación del planeta.

-"Quien más sufre el maltrato al planea no eres tú". De este modo presentaba su conferencia de ayer en O Grove, pensada para dar a conocer el trabajo de Manos Unidas en África y hablar a los presentes sobre "hambre, pobreza y cambio climático". ¿Por qué este hilo argumental y que es lo que quiso transmitir?

-Lo que quiere Manos Unidas con este tipo de actividades es dar a conocer los riesgos que entraña el cambio climático y transmitir que los más afectados serán, precisamente, los que ahora más sufren. No cabe duda de que la influencia del calentamiento global es mayor en los países menos desarrollados, por eso en estas charlas hablo de los diferentes proyectos que desarrolla Manos Unidas en las misiones donde estoy trabajando para evangelizar, pero también para ayudar y cuidar a las personas, en mi caso haciendo también de enfermera y matrona. Del mismo modo, trato de mostrar a la gente la importancia del papel que juega Manos Unidas, una ONG de la Iglesia Católica que ya tiene más de sesenta años de vida y fundaron mujeres con muchas agallas dispuestas a combatir el hambre en el mundo. Ahora mismo tiene 72 delegaciones en toda España, en las cuales se trata de sensibilizar a los ciudadanos de todo el país para poder desarrollar este tipo de proyectos de ayuda al tercer mundo.

-Lleva 36 años ejerciendo como misionera en África. ¿Qué es lo que más le impactó desde que llegó a ese continente?

-Lo que primero me impresionó fue darme cuenta de que, a pesar de mi formación y mis ganas, no sabía nada. La gente me enseñó su lengua y su cultura, al igual que me familiarice allí con las enfermedades tropicales, que solo conocía de nombre. También me impresionó mucho la presencia de la lepra, que hoy en día también es curable en la misión en la que estoy. Pero, sin duda alguna, lo más duro de Zimbabue es ver a los niños que mueren de hambre y enfermedades curables. El hambre mata más gente que la malaria y el SIDA juntos, por eso tenemos que ser solidarios, no tirar la comida y concienciarnos.

-Hay muchas necesidades...

-Muchas. En nuestros hospitales no tenemos médicos, sino que somos nosotras, como enfermeras, las que nos encargamos de todos los tratamientos, damos charlas sobre medicina preventiva y hacemos todo lo que sea necesario. Como decimos allí, nosotras, las enfermeras, somos las que tratamos. Dios es quien cura.

-¿Cuáles son las principales carencias?

-Las principales necesidades están en las huertas y pozos, porque el cambio climático está afectando muchísimo y tanto hay sequías enormes como inundaciones que se llevan lo poco que tiene la gente. De ahí que, entre otros proyectos, Manos Unidas se ocupe de construir un hospital rural que va a tener capacidad para cuarenta camas, situado en una de las zonas más pobres.

-Estos días está participando en charlas como la de ayer en O Grove, encuentros con estudiantes y todo tipo de acciones divulgativas. ¿Cuál es el mensaje que quiere lanzar a quienes la escuchan?

-Pido a todos que sean conscientes de que debemos cuidar el planeta, que es nuestra casa común, y si lo hacemos y evitamos tirar comida o arrojar basura a los océanos podemos salvar a los más necesitados y cambiar el mundo. Creo que no es más feliz el que más tiene, sino las personas más generosas y las que más piensan en los demás, por eso animo a la gente a colaborar con los proyectos de Manos Unidas, para así ayudar a los más necesitados de los países más pobres y amenazados. Aunque debo destacar que los grovenses, y los pontevedreses en general, son gente muy solidaria, por lo que solo puedo expresar mi agradecimiento por su ayuda.

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