Aunque sucedió en septiembre pasado, no ha sido hasta ahora cuando se ha confirmado el cruento ataque de un grupo de delfines mulares (arroaces) a un ejemplar de delfín común, al que golpearon, mordieron y ahogaron hasta morir en aguas de la ría de Arousa.

Las desgarradoras imágenes, que poco tienen que ver con la cara amable de los simpáticos delfines, pero que sirven para aprender un poco más sobre el comportamiento de estas entrañables especies, fueron filmadas por un grupo de turistas a bordo de una embarcación de recreo en algún punto entre la isla de Rúa y Cabo de Cruz (Boiro).

Los diferentes vídeos, tomados con dispositivos móviles, fueron puestos en manos de los científicos del Instituto para el Estudio de los Delfines Mulares (BDRI), con sede en O Grove, Y su director, el doctor Bruno Díaz López, confirma ahora que, efectivamente, se trata de un ataque mortal protagonizado por los arroaces, siendo ésta la primera vez que se filma algo así.

Este importante testimonio gráfico se suma a otro de relevancia mundial dado a conocer hace casi cuatro años por el BDRI, en este caso relacionado con un episodio de infanticidio entre delfines cometido en la ría arousana, también en un mes de septiembre. Aquel ejemplar al que dieron muerte los de su misma especie apenas tenía dos semanas de vida.

Están "fichados" desde hace años

No cabe duda de que este nuevo caso tiene un enorme valor para la comunidad científica, que sigue estudiando minuciosamente las imágenes para entender e interpretar cada movimiento de los delfines protagonistas del ataque.

Unos ejemplares, por cierto, que pueden considerarse "viejos conocidos" de los biólogos, ya que están "fichados" como visitantes habituales de las Rías Baixas, gracias al proceso de fotoidentificación y al estrecho seguimiento que realiza dicho centro de investigación asentado en O Grove.

Marcas en la piel y daños internos

"Analizando las marcas externas, sobre todo provocadas por dientes, que presentan algunos ejemplares que aparecen varados en la costa, sospechábamos que podrían existir este tipo de ataques violentos y agresiones entre delfines", reflexiona Bruno Díaz.

Pero "no se sabe a ciencia cierta -reconoce-, sobre todo porque la causa de la muerte más frecuente suele estar relacionada con daños internos que no se aprecian fácilmente, como sucedió con el infanticidio que documentamos hace años en Arousa, cuyo protagonista tenía las vértebras rotas".

Los habían estudiado unas horas antes

Acto seguido resalta el "enorme valor documental y científico" de los vídeos grabados desde la embarcación de recreo, "cuanto la tripulación observó primero un grupo de delfines comunes y poco después otro de mulares".

Al ver que se juntaban, los turistas empezaron a grabar con sus teléfonos móviles y cámaras "lo que en principio eran momentos de confusión y ajetreo en el agua que achacaron a los juegos en los que suelen participar estos mamíferos marinos".

Pero al capitán de la embarcación de recreo "todo aquello le llamó la atención, e inmediatamente empezó a sospechar de que aquello podría ser una agresión, por lo que decidió recopilar las imágenes y ponerlas a nuestra disposición para que las estudiáramos", explica el máximo responsable del BDRI.

Es así como "podemos concluir que, sin ninguna duda, aquello fue agresión mortal por parte de un grupo de arroaces que aquel mismo día habíamos estado estudiando desde nuestro barco durante más de cinco horas, cuando se alimentaban en la cara sur de la ría de Arousa", confirma Bruno Díaz.

Como si de una manada de leonas se tratara

Aquel seguimiento finalizó cuando los arroaces, a última hora de la tarde, se desplazaron a la cara norte de la ría, donde se toparon con una familia de delfines comunes a la que decidieron atacar.

En la familia agresora se encontraban cinco machos de mular y dos hembras con sus crías, todos ellos, como se explicaba anteriormente, censados por el BDRI gracias a sus frecuentes estancias en aguas arousanas.

Lo que hicieron para perpetrar su ataque, como si de una manada de leones u otros carnívoros se tratara, fue acorralar al grupo de delfines comunes y presionarlos hasta conseguir aislar a uno de ellos, posiblemente el ejemplar más débil.

Aplicando la estrategia de caza de los grandes depredadores del medio terrestre, los arroaces empezaron así a atacar al ejemplar de común y se ensañaron con él hasta darle muerte. Tal y como relata Bruno Díaz, en base a las imágenes que ha podido analizar en detalle junto a su equipo, los atacantes se alejaban para ganar espacio y acercarse violentamente, golpeando con fuerza a su víctima y realizando cargas constantes, una vez tras otra.

Eran tres de los machos aludidos los que protagonizaban aquel brutal ataque, golpeando a su víctima con el cuerpo y la cola, además de empujarlo hacia el fondo del mar para tratar de ahogarlo.

Lo superaban en número, peso y tamaño

Como cualquiera podía imaginar, aquella pelea estaba predestinada hacia un trágico desenlace, no solo porque eran tres atacantes contra un solo individuo, sino también porque los delfines mulares pueden alcanzar los cuatro metros de largo y los seiscientos kilos de peso, mientras que su víctima pertenecía a una especie que apenas alcanza los dos metros y pesa menos de la mitad.

"El delfín común sufrió brutales golpes de cola y cargas de cuerpo durante minutos por parte de los arroaces, que además le impedían subir a la superficie para respirar y empujaban hacia el fondo del mar con el propósito de agotarlo", relata el doctor en Ecología Bruno Díaz López.

Fue tras casi media hora de ataques cuando el cuerpo sin vida del delfín común apareció flotando en el agua, al tiempo que los delfines mulares que lo habían matado abandonaban el lugar de los hechos.

Testosterona y excitación

Preguntado por las posibles razones de ese ataque mortal, Bruno Díaz responde que en esa época del año los niveles de testosterona de los delfines machos "son aún bastante elevados, y esto también hace que aumente su nivel de agresividad".

Llega incluso a precisar que en las imágenes "se puede observar incluso cómo los machos están tan excitados que llegan a presentar estados de erección mientras agreden al delfín común".

Sabe el director del BDRI, y así se explicó en FARO en varias ocasiones, que el año pasado también resultó especialmente activo en cuanto a llegada de delfines comunes al interior de la ría, donde los que suelen dominar el territorio son los mulares o arroaces.

En buena lógica, esa abundancia de comunes hace que los encuentros con los mulares sean más frecuentes, de ahí que aumente, también, el riesgo de encontronazos violentos.

"Son episodios que nos recuerdan mucho el infanticidio ocurrido hace años, ya que el comportamiento de los delfines es similar en ambos casos, como se apreció en otras partes del mundo cuando se presenciaron ataques a marsopas", insiste el doctor Díaz.

Lo hace antes de agradecer la colaboración ciudadana, "ya que solo así podemos disfrutar ahora de estas imágenes que, aún siendo duras, resultan altamente positivas, pues nos permiten entender mejor el comportamiento de estos animales y concluir que nos queda mucho por aprender".

El infanticidio cometido en 2016

A raíz de este ataque mortal de los arroaces puede recordarse el infanticidio documentado en septiembre de 2016, cuando los biólogos y estudiantes del BDRI vivieron tanto ese ataque a una cría como la emotiva reacción, "casi humana", de su madre, que permaneció durante horas al lado del cadáver de su cachorro, tratando de mantenerlo a flote y de reanimarlo.

Como explicó FARO DE VIGO entonces, dos delfines machos en edad adulta la habían emprendido a golpes, hasta darle muerte, con una de las crías nacidas aquel verano en la ría.

Se creyó que lo hacían con el propósito de que la hembra, al perder a su retoño, pudiera entrar antes en una nueva época de celo, favoreciendo así un pronto apareamiento de los arroaces que habían acabado con su cría, ya que en caso contrario tendrían que esperar al menos tres años, hasta su independización.

A raíz de aquello, Bruno Díaz manifestaba que la necropsia había demostrado que el juvenil de delfín murió de una auténtica paliza, pues presentaba "numerosos hematomas internos y múltiples roturas vertebrales, principalmente con serios daños en el hígado, rotura de costillas y dislocación de vértebras lumbares y a nivel occipital".

Las principales diferencias entre las dos especies:

Delfín común (Delphinus delphis):

  • Es una especie oceánica que se encuentra distribuida en las aguas tropicales, templadas y frías del océano Atlántico y Pacífico.
  • Al nacer mide entre 80 y 100 centímetros.
  • Las hembras adultas alcanzan entre 1,6 y 2,2 metros y los machos, entre 1,7 y 2,3 m.
  • El color gris oscuro predomina en la superficie dorsal, desde la frente hasta la aleta dorsal, donde forma un pico invertido. Ventralmente es blanco.
  • Las aletas dorsales y pectorales son oscuras, aunque en adultos la dorsal presenta un tono gris en la parte central.
  • Destaca una línea que parte de la zona genital hacia adelante atravesando el parche torácico amarillo, así como una banda negra que une aletas pectorales con el maxilar inferior. Los juveniles tienen una coloración más clara.
  • Se alimenta de calamares y peces pequeños.

Delfín mular (Tursiops truncatus):

  • Conocido en Galicia como arroaz, es una especie muy común en los océanos y mares periféricos de latitudes tropicales y templadas.
  • Nace con una longitud aproximada de un metro y los adultos pueden medir entre los 1,9 y 3,8 metros, siendo normalmente los machos más largos.
  • El peso medio de un adulto es de 150 a 650 kilos.
  • Su aleta dorsal, que se sitúa aproximadamente en el centro de su cuerpo, es alta y curvada.
  • Su forma y coloración varían mucho en función de su localización geográfica pero sigue un patrón que va de gris más oscuro a gris claro, en la parte dorsal y de blanca a rosada, en la parte ventral.
  • La dieta del delfín mular está basada en peces, cefalópodos y crustáceos.