Hace unas décadas, nadie pagaría por las algas. En las playas las había por toneladas, tantas que incluso podían llegar a matar el marisco. Algunos iban con sus tractores y las recogían para abonar las fincas. Hoy, algunas especies concretas, como el wakame, el codium, el kombu, la gracilaria o la ulva se han convertido en recursos económicos para los pescadores y en ingredientes muy apreciados por los cocineros más renovadores. Tanto es así que en O Salnés ya hay cuatro cofradías con planes de extracción de algas, y estas se están vendiendo en varios países europeos, como Portugal, Francia, Alemania o Gran Bretaña.

De los cuatro pósitos de O Salnés con autorización para trabajar este recurso (A Illa, O Grove, Cambados y Vilanova), el de A Illa es el más veterano con mucha diferencia. Su patrón mayor, Juan José Rial Millán, explica que "empezamos en 2011, con una producción de 12.000 kilos, y el año pasado ya comercializamos 260 toneladas".

Poco a poco, pero con paso firme, la cofradía de A Illa se ha embarcado en un proyecto que en opinión de Rial Millán puede dar grandes frutos. "La explotación de las algas está creciendo porque vemos que hay interés en el recurso. Esto tiene futuro a largo plazo, pero hay que ir poco a poco".

En A Illa, cuentan con 15 permisos para obtener media docena de especies de plantas marinas, y se dedican a esta actividad unos 30 buceadores. Millán opina que el talón de Aquiles de este tipo de negocio es que todavía no hay demasiadas empresas comercializadoras, y la consecuencia es que no hay demasiada salida para las variedades menos demandadas por los mercados.

Por ello, el patrón mayor de A Illa espera que "se vaya abriendo camino a otros mercados que no sean el europeo". Se refiere específicamente a Asia, un gigante en cuya gastronomía las algas están incorporadas desde hace siglos.

Además, el patrón isleño hace bandera de la calidad de las algas arousanas. "Tenemos un buen recurso, y está certificado con la marca PescadeRías". También valora como positivo que cada vez sean más los pósitos que se suben al barco que zarpó de A Illa por primera vez en Arousa hace ya ocho años. "Las algas pueden ser una alternativa a un marisqueo cada vez más masificado. Y creo que cuantos más seamos, más posibilidades tendremos de ampliar el mercado".

Los comercializadores

También las empresas se muestran ilusionadas. Una de las más veteranas es Algamar, cuya sede está en Pazos de Borbén, y que compra a la cofradía de A Illa. Uno de sus propietarios, Fermín Fernández Saá, cuenta que "empezamos en 1996 porque vimos que las algas tenían un gran potencial al ser un producto muy nutritivo y saludable, y que además era sostenible". Sin embargo, los primeros años fueron difíciles. "Fueron travesías en el desierto, casi sin agua ni mochila".

No obstante, reconfortados en esos primeros tiempos por los cada vez más concluyentes estudios universitarios que certificaban el valor de las algas, y por el calor que les ofrecían los medios de comunicación, abriendo poco a poco los ojos de los futuros consumidores a las algas, se llegó a la situación actual. Y el futuro es según él prometedor. "Galicia es la zona con más biodiversidad y más densidad de algas de España".

Fermín Fernández Saá anima a las cofradías a probar con las plantas marinas, "porque es una explotación rentable", y porque los mercados las aprecian. Aunque, eso sí, cree que aún no es momento de soñar con conquistar Asia. "Todavía hay mucho que hacer en Europa, muchas puertas que abrir".