Tener un buen saneamiento es vital para cualquier territorio, pero más si cabe para comarcas como la de O Salnés, que dependen en gran medida de la calidad de sus aguas.

Una prueba de cómo la presencia o ausencia de vertidos influyen directamente en la ciudadanía es O Saco de Fefiñáns, una importante concesión marisquera de Cambados que lleva años declarada como Zona C -solo se puede quitar marisco para resembrarlo en otras playas- por culpa de los vertidos.

Aún hoy, con la zona ya saneada prácticamente al cien por cien, esporádicamente se produce un episodio de contaminación de origen desconocido, y echa por tierra todas las esperanzas de las mariscadoras.

Pero pese a las millonarias inversiones realizadas hasta ahora en esta materia, todavía queda mucho por hacer. Víctor Caamaño está convencido de que "la clave está en que todavía hay muchísimos tramos de red comunes para las aguas fecales y pluviales". El resultado es que cuando llueve demasiado, la red desborda y las depuradoras no dan abasto, de modo que el agua sucia acaba en el mar.

A modo de ejemplo, cuenta que hace unos años se hizo un informe sobre la red de Cambados, y se encontraron en torno a un centenar de puntos donde solo existe una tubería común.

Mientras, Gonzalo Durán es partidario de tener mano dura con los infractores. En su día, la Mancomunidade abogó por elevar las sanciones hasta 100.000 euros -el máximo actual es de 6.000-. Otra posibilidad pasaba por equiparar las cuantías de la Mancomunidade a las cuantías de las multas que le imponía Augas de Galicia a los concellos, y que pueden llegar a los 30.000 euros. Pero al final, O Salnés optó por no subir las sanciones.

El alcalde de Vilanova y presidente de la Mancomunidade, resta importancia a la enorme diferencia entre lo que puede ingresar un Ayuntamiento por una sanción a una empresa, y lo que tendría que pagarle a Augas por ese mismo motivo. "Los concellos podemos sancionar cada vez que se produce la infracción, y son sanciones acumulativas".

Víctor Caamaño explica por su parte que finalmente los alcaldes de O Salnés se resignaron a no subir el importe de las multas, como se había anunciado en plena vorágine de vertidos, "porque algunos plantearon que si subíamos mucho el importe de las sanciones, las empresas recurrirían sistemáticamente a los juzgados. Y cualquier pequeño error que pudiésemos cometer durante el proceso nos haría perder el caso. De modo que se acordó dejar el asunto en estudio".

Uno de los muchos "puntos negros" de la red de saneamiento de O Salnés se localiza en la costa de Castrelo, donde a mediados de la década pasada se instaló una pequeña depuradora. Es una planta que da problemas cada poco tiempo, y Víctor Caamaño plantea que lo más sensato sería eliminarla, y conducir las aguas que actualmente recibe hacia el puente de Castrelo, donde se conectarían al colector que va hacia la depuradora general de Tragove.

Víctor Caamaño sostiene que "la estación de Castrelo está construida sin permiso en una zona protegida y junto a una concesión marisquera. Está en una situación ilegalizable, así que no podemos someterla a un arreglo a fondo, ni ampliarla... La única solución que hay para ahí es quitarla".

Pero esa obra no se deja ver en un horizonte próximo. Por un lado, los dueños de las depuradoras de mariscos que hay en Tragove están en contra de esa eventual canalización de las aguas de Castrelo, pues temen que la planta de Tragove colapse antes de tiempo y que el agua sucia termine en el mar.

Además, hay que tener en cuenta que la colocación de un bombeo en Castrelo y la creación de tres kilómetros de colectores hacia Cambados necesitarían una inversión enorme. Y la Xunta no está por la labor.