La vida sigue. Tras el alarmante accidente marítimo registrado el martes en aguas de O Grove en el que resultaron heridas 48 personas (cinco de ellas de gravedad) tras arder el catamarán en el que viajaban, apenas 24 horas después, la actividad en el muelle meco era la habitual. Salieron todos los barcos, incluido el de Cruceros Rías Baixas. Sin cancelaciones. Sin retrasos. Como si nada hubiese ocurrido. Cierto es que en el puerto y en todo el pueblo no se hablaba de otra cosa, pero la actividad turística fue la que estaba prevista para la jornada. El día anterior, el del suceso, sí se suspendieron las travesías de todas las empresas.

"Que los barcos sigan saliendo es la mejor noticia porque esta es una actividad turística muy significativa para O Grove que mueve cada verano cientos de miles de visitantes", reflexionaba el alcalde del municipio, José Antonio Cacabelos, que defiende la profesionalidad de un sector que "lleva más de dos décadas funcionando a pleno rendimiento y nunca había ocurrido nada". Actualmente operan en el puerto de pasajeros de O Grove catorce embarcaciones.

"Fue un accidente y tenemos que seguir", insiste el regidor socialista. De hecho los actos que ayer estaban programados en la localidad con motivo del Día de Galicia se celebraron con normalidad.

También la normalidad reinaba en el propio pantalán dedicado al transporte de viajeros, en el que ayer se podían ver embarcaciones repletas de turistas bailando en la cubierta, algunos de ellos "al compás del chacachá del tren", completamente ajenos al incendio que el día anterior había envuelto en llamas un catamarán similar y que provocó que cinco personas todavía sigan hospitalizadas con quemaduras graves. Y eso. Que la vida sigue.