Después de haber ejecutado una primera fase de este proyecto con notable éxito en Cataluña, la firma Bodegas Miguel Torres amplía su línea de investigación a Galicia. La entidad hace un llamamiento a la colaboración de los viticultores y de todos aquellos que se consideren "aficionados a la viña" para que identifiquen cepas de uva gallega "ancestrales".

Se hace desde un punto de vista entre sentimental y sociocultural, pero también para afrontar nuevos retos, incluyendo en ellos la lucha contra el cambio climático.

El objetivo es descubrir plantas que no produzcan las uvas ya conocidas y más populares, como puede ser la Albariño. Se busca, en definitiva, recuperar variedades autóctonas que poco a poco han quedado relegadas a un segundo plano o incluso corren el riesgo de desaparecer.

"Branco Lexítimo, Caíño, Dona Branca, Lado, Loureira, Brancellao, Merenzao, Espadeiro, Pedral y Sousón" son algunas de las especies que cita Bodegas Miguel Torres como ejemplo sobre el que trabajar en este proyecto de recuperación de variedades e investigación.

La citada firma vitivinícola pide que se le informe "si sabéis dónde se encuentran" cepas de ese estilo "o si conocéis a algún viticultor que pueda cultivarlas", para lo cual ofrecen como contacto el número de teléfono de Víctor Cortizo, el 670 513 459.

En dicha bodega, perteneciente al grupo Familia Torres, tratan así de preservar los orígenes de la vid, convencidos de que "su conservación evita la reestructuración del paisaje" y de que las viñas viejas "se antojan esenciales para mantener un equilibrio en la biodiversidad del entorno", por eso inciden en que "más allá de la excelsa calidad del fruto de esas viñas, su gestión y mantenimiento resultan fundamentales para modelar un territorio, sostener la riqueza del entorno y la biodiversidad que en él anida".

Las mismas fuentes sugieren que "las viejas parcelas dibujan en el lienzo de nuestra tierra un mosaico de colores y personalidades tan ajenas como complementarias, modelando el paisaje y salpicándolo de singularidad".

Con el proceso de recuperación de viejas variedades ahora iniciado en Galicia tratan de "reavivar el pasado", lo cual "se nos antoja de una urgente necesidad".

Esto les permitió recuperar ya "cerca de cincuenta variedades", centrando sus esfuerzos en cinco de ellas "debido a su enorme potencial enológico y de adaptación a los nuevos retos que derivan del cambio climático", ya que se caracterizan por una "excelsa acidez y dotes de resistencia a las altas temperaturas y al estrés hídrico".

Además se seleccionaron estas variedades, de nombres Forcada, Pirene, Gonfaus, Moneu y Querol, "localizadas en diferentes lugares de la geografía catalana y cultivadas de manera experimental en aquellas fincas de la Familia Torres que mejor expresan su potencial", porque "responden a criterios de aptitud y potencial", además de presentar condiciones de "intensidad aromática, frescura acentuada y una elegante vivacidad".

Eso es lo que se busca ahora con las especies gallegas desde el grupo vitivinícola catalán, donde ya presentaron el "Forcada 2015" como "el primer vino monovarietal de una variedad ancestral que verá la luz en el mercado".

Pero eso no es todo. En la pasada edición de la feria Alimentaria ya presentaron "una cata inédita de vinificaciones elaboradas con variedades ancestrales" con las que es posible elaborar "vinos irremisiblemente singulares que subrayan la identidad y personalidad de la tierra que los ve 'renacer".

En la empresa terminan diciendo que "es necesario avanzar desde el conocimiento para recuperar un patrimonio del que puede depender nuestro futuro como elaboradores y viticultores".