Galicia pasa por ser una de las regiones de Europa -y lógicamente del mundo- en las que se ejerce un control más riguroso de los productos del mar en materia sanitaria. La pieza clave para ello ha sido la colaboración entre las Consellerías de Mar y Sanidade, que resulta especialmente intensa y fructífera desde hace años en aspectos como el control de las biotoxinas.

A partir de ahora ese trabajo conjunto puede resulta más eficaz si cabe, y desde luego estará mejor coordinado, pues estos dos departamentos firmaron ayer un convenio que, a grandes rasgos, sirve para afianzar las líneas de colaboración existentes y trata de potenciar la labor de control y supervisión sanitaria en todo lo relacionado con las biotoxinas marinas o cualquier otro elemento que pueda alterar el estado sanitario de los bivalvos y, en consecuencia, amenazar a la salud pública.

Se persigue, en definitiva, "mejorar la protección de la población frente a los riesgos asociados al consumo de moluscos bivalvos", tanto si se trata de biotoxinas marinas como de cualquier otro elemento.

Por eso se hace constar que este acuerdo busca "la máxima colaboración para la transmisión bidireccional de la información" existente en cada momento sobre las biotoxinas -lo que popularmente se conoce como "marea roja"- y otros "contaminantes de naturaleza microbiológica, como los norovirus, o bien de naturaleza físico-química, como dioxinas, metales pesados e hidrocarburos".

El Instituto Tecnológico para el Control del Medio Marino (Intecmar), que es el centro de referencia en la materia, fue el lugar elegido para la firma del convenio a manos del conselleiro de Sanidade, Jesús Vázquez, y la titular de Mar, Rosa Quintana.

El primero de ellos incidió en que se pretende "incentivar el control de calidad de los productos gallegos", consciente de que la materia prima de esta comunidad es "muy apreciada por su calidad, pero también porque las Consellerías de Mar y Sanidade estamos haciendo bien nuestro trabajo, por ejemplo en materia de control de biotoxinas en los bivalvos".

Por su parte, la conselleira de Mar destacó que estos dos organismos "siempre trabajamos coordinadamente, y ahora este convenio sirve para mejorar el protocolo en cuanto a la transmisión de datos y las analíticas que debemos hacer en los diferentes departamentos para garantizar a los consumidores que los productos que salen de nuestras rías cumplen todos los requisitos sanitarios que nos exigen las normativas internacionales".

En la firma del convenio, que se hizo acompaña de una visita a las instalaciones del Intecmar en Vilagarcía, la Xunta quiso dejar claro que se ejecuta "en el marco de la Red Integrada de Laboratorios de Interés en Salud Pública de Galicia, en la que están implicadas las Consellerías de Sanidade, Medio Ambiente, Economía y Mar con el fin de permitir el uso coordinado de los distintos laboratorios de estos departamentos y que generen datos de interés para la salud pública".

Y al abrigo de este convenio se anuncia ya que Sanidade tiene previsto destinar 90.000 euros para que este año, el que viene y en 2018 se realicen alrededor de 600 análisis.

Una comisión de planificación, seguimiento y desarrollo compuesta entre otros por la directora del Intecmar y por el director general de Salud Pública se ocupará de velar por el cumplimiento de las condiciones del acuerdo, vigente hasta el 31 de diciembre de 2018.

Al hilo de esto cabe incidir en que el Intecmar realiza "más de 135.000 análisis anuales para controlar el medio marino de Galicia y emite más de 2.000 informes anualmente con el fin posibilitar el funcionamiento de los planes de explotación de las entidades marisqueras".

Asimismo, "publica al año entre 400 y 500 resoluciones de cierres o aperturas de las distintas zonas de explotación de moluscos bivalvos existentes en Galicia, atendiendo a la situación microbiológica y de biotoxinas mayoritariamente".

El papel del Intecmar, dirigido por Covadonga Salgado, resulta especialmente importante en momentos como el actual, cuando el fitoplancton portador de biotoxinas está aumentando su presencia en el interior de las rías de manera notable.

Esto obliga a controlar minuciosamente las bateas de cultivo de mejillón y ostra, así como los bancos marisqueros, con el propósito de cerrar aquellos que puedan verse afectados por las células tóxicas para así evitar que producto afectado pueda llegar al consumidor.