La playa de A Concha-Compostela alberga unos inquilinos pocos habituales en estas fechas. Se trata de la especie Rhizostoma pulmo, una medusa abundante en el mar Mediterráneo que alcanza los 60 centímetros de diámetro y que lleva varios años dejándose ver por el litoral vilagarciano a finales de septiembre, ya entrado el otoño. Pero este año estos gelatinosos animales marinos han precipitado su llegada, apareciendo con la temporada de baño abierta y por tanto con los socorristas en sus puestos.
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Los vigilantes de A Concha retiraron ayer cinco ejemplares. Jacobo Campos, del Servizo Municipal de Emerxencias e Protección Civil, apunta que el primero fue recogido el 23 de agosto, hace justo dos semanas. Desde esa fecha, los socorristas se están encontrando a diario con alguna. El día que más retiraron fueron 17. En total llevan capturadas 38.
La Rhizostoma pulmo es la medusa de mayores dimensiones del mar Mediterráneo, y también de las más frecuentes en sus cálidas aguas. Desde Protección Civil intuyen que quizá el aumento de la temperatura del agua en el Atlántico haya podido atraer a esta especie. Lo que llama la atención es que en playas próximas como la de O Preguntoiro, en Vilaxoán, no ha aparecido ni una. En O Campanario (Bamio), dos. La práctica totalidad se han avistado en A Concha-Compostela, a lo largo de todo el arenal, no en un punto concreto.
La picadura de esta especie no ocasiona graves consecuencias en el ser humano. Jacobo Campos indica que el contacto con la piel puede provocar urticaria o irritación, pero nada más. Por el momento los socorristas no han atendido a ningún bañista por picadura de medusa.
Para deshacerse de estos animales marinos, el proceso que se sigue siempre es el mismo: los entierran en la arena, pues al estar formados en su mayoría por agua no perjudican al medioambiente. Y es que si se depositaran en la basura estarían expuestos al sol y generarían mal olor en la playa.
Este tipo de medusas llegan a medir 60 centímetros, siendo el máximo registrado de un metro. Prueba del tamaño de esta especie es que un vigilante de la playa de A Concha-Compostela tuvo que partir una en varios pedazos para poder retirarla de la arena con una pala convencional.