La regulación de los "furanchos" es un viejo problema. La Xunta de Galicia intentó zanjarlo con el decreto del 2012, y que contempla, por ejemplo, que los furanchos solo podrán trabajar un máximo de tres meses al año (a escoger por el propietario entre el 1 de diciembre y el 30 de junio del año siguiente), o que únicamente servirán vino de excedentes de la cosecha particular y extraído directamente del barril. En lo que respecta a comidas, el decreto establece que solo se pueden cocinar un máximo de cinco tapas, y que tendrán que ser las mismas en todos los establecimientos de cada municipio.

Pero el decreto contempla asimismo que para aplicar la norma autonómica los concellos deben redactar y aprobar una ordenanza reguladora, al tiempo que se crea un registro de "furanchos". Este es el trámite que siguen sin dar la práctica totalidad de ayuntamientos de O Salnés, a pesar del gran número de "loureiros" que hay en la comarca y de que la hostelería convencional se ha quejado en más de una ocasión de la competencia desleal que les suponen los "furanchos".

La dilación de los concellos está siendo aprovechada por muchos para mantener abiertos sus establecimientos de una forma alegal, sin pagar muchas tasas e impuestos, y ajenos a las limitaciones que impone la Xunta. Meaño es uno de los ayuntamientos que sí ha hecho los deberes -a falta de que apruebe definitivamente la ordenanza- y la alcaldesa, Lourdes Ucha señala que "estamos pendientes de que la Xunta resuelva una serie de aspectos dudosos".