El cocinero grovense Javier Olleros volvió a protagonizar ayer diferentes momentos estelares en el transcurso del Fórum Gastronómico de Gerona, que se celebró en la localidad catalana desde el domingo. Esta vez, el chef y gerente del restaurante Culler de Pau, en Reboredo (O Grove), presentó el taller de cocina titulado "Respeto con el entorno, compromiso con el productor", cuyo título deja clara, una vez más, su indudable apuesta por la materia prima de máxima calidad en la elaboración de sus platos, pero también su férrea defensa de los productores gallegos.

Como se decía ayer, este firme defensor de artículos como la centolla de O Grove fue uno de los cocineros invitados al Fórum, en el cual la actividad titulada "Secretos gallegos del mar y de la tierra" permitió degustar vinos de bodegas Santiago Roma (D.O. Rías Baixas), conservas artesanas Curricán y aceites Abril, entre otros productos.

A Javier Olleros no le hace falta ayuda para defender a su tierra, su gente y sus productos, puesto que cree firmemente en ello, y cuando habla de lo mucho que puede ofrecer la cocina gallega lo hace desde el corazón. Así lo demostró a cuantos pudieron verlo en acción ayer y el lunes, dejando claro que entre fogones pocos pueden hacerle sombra y que "Galicia tiene calidad de sobra para presumir en cualquier parte del mundo".

Lo que hizo Olleros fue contar la historia de sus platos de un modo humano, casi sentimental y tierno. Habló del marinero que lleva la centolla al puerto, de las mariscadoras y del horticultor que cuida sus tomates y lechugas. Demostrando que la "estrella Michelín" que le entregaron recientemente no se le subió a la cabeza, este grovense volvió a presumir de su oficio para dejar claro que "es un orgullo ser cocinero en Galicia, y en O Grove particularmente", antes de resaltar que la mayor sofisticación que hay que conseguir en la cocina para ofrecer al cliente es "la del sabor" de productos "como los que tengo a escasos metros de mi restaurante" y los que pueden obtenerse en toda Galicia, que define como "el arca de Noé de la gastronomía".