La historia de la emigración gallega a la América hispana constituye uno de los episodios más grandiosos que ha sufrido Galicia, y al margen del sacrificio que supuso abandonar la tierra, la familia y los amigos, del sacrificio de enfrentarse a una nueva vida y nuevos valores económicos y sociales, y de la poca ayuda de los poderes públicos, hay que aceptar este movimiento de masas como una parte de la historia de Galicia, probablemente la más importante de su etapa moderna. Por ello digno de estudiarse desde la más sencilla aldea, que vio como poco a apoco se quedaba sin juventud, hasta el más complejo y amplio estudio de la emigración gallega con sus implicaciones demográficas, sociales y políticas.

Jamás se llegará a una comprensión total de la emigración gallega a las Américas, sin el estudio detallado de sus pormenores más sencillos.

El buque "A. Delfino" tuvo a Vilagarcía como escala en sus viajes a Brasil, Argentina y Uruguay, preferentemente durante los años 1932, 33, 34 y 35. Parecía que su último viaje coincidiría con los últimos días del año, pero la casualidad hizo que el día 26 de diciembre, fecha en que debía hacer escala en nuestro puerto para recoger a unos cuantos emigrantes, no lo hizo sin que se sepa la causa.

El "Antonio Delfino", pertenecía a la Hamburg South America Line, más conocida en Galicia como la Compañía Hamburguesa Sud Americana. Esta compañía fue fundada en el año 1871, con la idea original de destinar sus barcos a llevar emigrantes europeos a los países de América. Negocio en plena expansión ya en aquellos años.

Como gran parte de su actividad se desarrollaba en los puertos españoles, principalmente gallegos, no resulta extraño que pusieran a sus barcos nombres españoles tal como: Cap. Vilano, Cap. Finisterre, Cap. Trafalgar, Cap. Roca, Cap. Verde, España, Vigo, Monte Cervantes, Madrid, La Coruña, etc.

Los emigrantes que salían de A Coruña, Vilagarcía y Vigo se sentían más a gusto con estos nombres, sobre todo porque a la hora de pronunciarlos les era más fácil y familiar. Muchos incluso pensaban que se trataba de buques españoles. La empresa alemana sabía esto de sobra y no tuvo inconvenientes en bautizar gran parte de sus barcos con nombres españoles e italianos.

El "Antonio Delfino" no era de los más grandes de la compañía, pero sí uno de los más queridos por los emigrantes, ya que se decía que en dicho barco se trataba a los emigrantes que viajaban en tercera igual que los turistas que lo hacían en primera clase.

Construido por A. G. Vulcan de Hamburgo en 1922, desplazaba 13.589 toneladas, con dos hélices, y disponía de una capacidad para 184 viajeros en 1ª clase, 334 en 2ª, y 1.350 en 3ª, a la lógicamente iban destinados los emigrantes.

Pero, ¿por qué la compañía hamburguesa bautizó a uno de sus barcos con este nombre?

La respuesta la tiene Aurelio González Climent, autor de la biografía de Antonio M. Delfino. Cuenta el historiador, que las cosas no le iban a la compañía alemana todo lo bien que debía en el río de la Plata, y por ello, uno de sus dirigentes, Herr Amsinck, decidió acercarse a Montevideo en donde conocía al presidente del Banco de la República, Lorenzo Márquez, al que pidió ayuda para encontrar a un buen agente que se encargara de los negocios navieros de la compañía en el río de la Plata y sus conexiones marítimas por toda la América del Sur.

Poco después llegaron los dos amigos al puerto de Buenos Aires, y allí contempló el dirigente de la compañía "a un caballero en la plenitud de sus 40 años, que discutía en voz alta con funcionarios aduaneros y portuarios sobre un asunto al parecer complicado y que era de su evidente interés. Al alemán le llamó fuertemente la atención la manera mesurada pero enérgica, persistente, con autoridad de quien sabía lo que se traía entre manos, que aquel caballero ostentaba. Intrigado, le preguntó a Márquez quien era aquel hombre, a lo que Márquez de inmediato contestó: Es don Antonio Delfino, un prestigioso agente marítimo de plaza, y además presta otros servicios portuarios con embarcaciones propias".

Inmediatamente se pusieron en contacto y Antonio Delfino acabó siendo el agente de la Compañía Hamburguesa Sud Americana en los países del río de la Plata, y tanta fue su labor en pro de los negocios de la emigración, que los alemanes acabaron por bautizar con su nombre uno de los barcos destinados al transporte de viajeros entre Europa y América.

Tan pronto fue botado, el "Antonio Delfino" empezó a embarcar emigrantes, al principio desde los puertos de Coruña y Vigo, paro posteriormente, y viendo el potencial que suponía Vilagarcía gracias a la labor de la familia García Reboredo, iniciar sus escalas en nuestro puerto el 29 de abril de 1932, para de nuevo volver al muelle en un segundo viaje el 8 de julio de dicho año, transportando entre los dos viajes un total de 68 emigrantes.

Después, aparentemente deja de hacer escala en Vilagarcía para de nuevo empezar el 1 de noviembre de 1934, en que embarca 76 emigrantes, continuando con otros cinco viajes más, hasta que finalmente el 26 de diciembre de 1935, fecha que según Aduanas debía de embarcar emigrantes, no lo hizo, terminando así la historia del "Antonio Delfino" con el puerto de Vilagarcía.

¿Qué había ocurrido entre los años 1932 y 1934? ¿Había sido destinado el Antonio Delfino a otra ruta?

Sencillamente lo que había sucedido es que en el año 1932 la Hamburg-Süd, dueña del "Antonio Delfino" hace un arreglo con la también compañía alemana Norddeutscher Lloyd y le transfiere el buque en una especie de préstamo, y ésta última lo rebautiza con el nombre de "Sierra Nevada", y con este nombre sigue haciendo escala en Vilagarcía desde el 9 de septiembre de dicho año en que embarca 24 emigrantes, hasta el 23 de junio de 1934 en que hace el último viaje al río de la Plata con 39 personas con dicho nombre.

En total, y bajo el nombre de "Sierra Nevada" hará 11 escalas en Vilagarcía, embarcando 536 emigrantes.

Con el inicio de la guerra civil, el "Antonio Delfino" deja de hacer escalas en los puertos gallegos, aunque continúan sus travesías entre Europa y las naciones del sur de América, hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial en que consigue llegar a Alemania desde Bahía, que era el último puerto que había tocado antes de quedar inmovilizado. Una vez en Alemania serviría como buque hotel en Kiel y en Gotenhafen, hasta que finalizada la contienda es confiscado por las autoridades inglesas en Copenhague, las cuales lo rebautizaron con el nombre de "Halladale" bajo bandera de la compañía Anchor Line, dedicándolo al transporte de tropas.

Como todos los grandes buques trasatlánticos, el "Antonio Delfino", tiene también su pequeña gloria universal al haber transportado nada menos que a Carlos Gardel en noviembre de 1923, el cual desembarcó en Vigo a primeros de diciembre. Al mismo puerto de Vigo fue a recibirlo el cónsul de la República Argentina don Agustín Ramón, que compaginaba sus funciones diplomáticas con el amor al teatro, y por ello sabía apreciar a los buenos cantantes. Se dice que invitó a Gardel y sus acompañantes a comer en la mejor taberna de Vigo, donde a petición de Carlos Gardel les prepararon diez platos distintos a base de pescado.

En el "Antonio Delfino" que trasladaba a Carlos Gardel a Europa también viajaba el corresponsal español del periódico "El Diario Español", el cual improvisó y recitó en honor del artista una improvisada poesía con el siguiente texto demostrativo del voraz apetito de Carlos Gardel:

"He visto al joven Gardel tragando como un lebrel. Cuando llegaba a su mano, mientras gozaba Razzano , viéndolo gozar a él"

Su final, como el de tantos otros de su época fue el desguace, que tuvo lugar en 1956.