Las tormentas "casi de verano" registradas ayer en diferentes puntos de la provincia, con especial intensidad en la comarca de O Salnés y los municipios del Ullán –sobre todo a eso de las siete de la mañana–, constituyen un motivo de alerta por la amenaza que suponen para el viñedo. Incluso la Estación Fitopatolóxica do Areeiro (EFA), dependiente de la Diputación de Pontevedra, ha querido emitir un aviso fitosanitario de carácter urgente para explicar las consecuencias que pueden acarrear tales precipitaciones.

Los expertos hablan de "fenómenos tormentosos con precipitaciones de cierta entidad", y dado que las previsiones meteorológicas dejan abierta la posibilidad de nuevas lluvias "se incrementa sensiblemente el riesgo de enfermedad", y todo porque "al coincidir humedad y temperaturas elevadas" el mildiu se desarrolla con facilidad.

En este sentido, hay que tener presente que aunque no llueva, en algunos casos pueden producirse nieblas intensas, que junto al rocío contribuyen a humedecer la vegetación y a mantenerla así durante horas, lo cual también ayuda a aumentar el riesgo de aparición y desarrollo del mildiu.

Es por esto que, recalcan en la EFA, los viticultores "deben prestar especial atención al viñedo, e incluso aplicar tratamientos preventivos para proteger la floración".

De ello también advirtieron los mismos técnicos en un aviso emitido el jueves, cuando recalcaban que "debe renovarse el tratamiento en aquellas parcelas en las que se observen síntomas, mientras que en las demás debe mantenerse el máximo nivel de vigilancia".

Esto es extremadamente necesario en estos momentos, pues el estado fenológico de la viña está en fase H (botones florales separados) e incluso, en algunas parcelas, en fase I (inicio de floración).

Se trata, por tanto, de un momento especialmente delicado, ya que cualquier fallo en la protección de las plantas ahora que han llegado a este estado fenológico "puede comprometer el futuro de la cosecha".

Por si fuera poco, la inestabilidad meteorológica, junto con los efectos derivados de la ausencia de lluvias en primavera, el retraso de la brotación y aspectos semejantes, hace que la situación varíe mucho entre unas parcelas y otras, tanto en lo que a estado fenológico se refiere como en lo concerniente a la detección de síntomas.

Tan es así que pueden darse casos de parcelas en las que no hay ni una sola mancha de mildiu, aunque sigan sin recibir tratamientos, y de otras donde los síntomas de la enfermedad son más que evidentes, incluso en plantas que sí fueron tratadas.

Oidio

Como siempre, el viticultor no solo debe preocuparse por el mildiu, sino también por enfermedades como el oidio y la botritis. En el primer caso los técnicos de la EFA han podido comprobar que no existen síntomas, salvo en plantas donde ya se había detectado esta enfermedad anteriormente.

Pero advierten, en cualquier caso, de que las nieblas también suponen un campo de acción propicio para este patógeno. Motivo por el cual, ahora que comienza la floración, es aconsejable aplicar un tratamiento preventivo, especialmente en parcelas donde el oidio suele estar presente todos los años "con cierta agresividad".

Solo de este modo podrán evitarse los daños futuros, pues ya se sabe que el oidio ataca al fruto, impide el desarrollo de la piel y acaba causando la rotura de los racimos.

Botritis

En cuanto a la botritis, la parcela de seguimiento que tiene la EFA en O Condado presenta racimos en plena floración, o incluso a punto de superarla, en los que se detecta "una ligerísima esporulación de Botrytis cinerea en el extremo, sobre los restos de los capuchones florales".

Esta parece ser una consecuencia directa de los episodios de granizo registrados a finales de abril y principios de mayo, pero se trata de un episodio de botritis muy débil, "por lo que únicamente se mantendrá la vigilancia a la espera de su evolución y de las condiciones climáticas que se registren", terminan los técnicos del centro dependiente de la Diputación.

La "black rot", una enfermedad foránea que se afianza

Ahora que el viñedo está en fase delicada conviene aclarar que los tratamientos antimildiu o antioidio a aplicar a medio y largo plazo deben estar registrados igualmente para combatir la enfermedad conocida como black rot, pues empieza a hacerse notar nuevamente.

De hecho se han detectado ya algunas hojas con manchas en las parcelas de seguimiento de la EFA, y más concretamente en la subzona de O Condado.

No cabe duda de que esta plaga causa más perjuicios desde un par de semanas después de la plena floración, cuando el racimo entra en la etapa de máxima sensibilidad, y por tanto ahora aún es pronto para alarmarse o actuar contra la black rot, pero en cualquier caso tampoco hay que bajar la guardia.

Conocida además como podredumbre o "roña negra" de la vid, la black rot es una enfermedad americana que de un tiempo a estar parte se hace notar en España –más que en otros puntos de Europa– y que cada vez parece más habitual en los viñedos de Galicia, donde ataca a todos los órganos verdes de la vid.

Si afecta a los granos jóvenes logra marchitar la producción, mientras que si se aparece cuando los granos son grandes "forma sobre ellos grandes manchas moradas similares a quemaduras y consigue arrugarlos y desecarlos", explican los técnicos de la EFA.

El ascenso térmico favorece la proliferación de insectos chupadores como el pulgón y las moscas blancas

Altas temperaturas como las registradas en los últimos días contribuyen a incrementar la presencia de insectos, por lo que es preciso aplicar tratamientos en caso de que las plantas se vena demasiado amenazadas y para evitar daños futuros. La presencia de pulgones y otros insectos chupadores, como las moscas blancas, se hace notar en diferentes tipos de cultivo y plantaciones, entre ellas el manzano. En este caso, en la EFA dicen haber observado los primeros indicios de la presencia de pulgón verde y pulgón ceniciento, esta última una especie capaz de deformar de manera considerable las manzanas.

Esta fruta también resulta sensible a los ataques de oidio, sobre todo si persisten las nieblas. Al igual que recibe con asiduidad la visita de la "Cydia pomonella", una polilla que empieza a ser abundante en las trampas de feromonas y que también afecta al peral, el membrillero e incluso el nogal.

En la EFA manifiestan que "sus daños pueden ser muy importantes, de hasta casi el 80% de frutos atacados en algunas campañas y localizaciones, puesto que se alimenta de la pulpa y pepitas de los frutos, provocando su caída prematura y facilitando la instalación de hongos patógenos en el entorno".