La laguna de Pedras Miúdas, en el Concello de Catoira, es un curioso ejemplo de lo mucho que puede evolucionar el ecosistema y de la capacidad que tiene la naturaleza para moldear a su antojo lo que en ocasiones destruye el hombre. Este gran agujero es fruto de una explotación granitera a cielo abierto, es decir, una cantera. Y fueron el tiempo, la lluvia y los manantiales los que poco a poco crearon la laguna, hasta convertirla en un importante refugio de flora y fauna que, además, ofrece unas vistas espectaculares.

El Concello tiene previsto actuar en el entorno, y de nuevo va a hacerse gracias a las gestiones realizadas para compensar los perjuicios que puedan causar las obras del Tren de Alta Velocidad a su paso por Catoira.

El alcalde, Alberto García García, consiguió cerca de 300.000 euros en el Ministerio de Fomento para habilitar una zona de estacionamiento e instalar un área pedagógica en la que construir un aula de interpretación medioambiental, con salas de exposiciones y un auditorio. Esto, unido a una terraza-mirador cubierta, trabajos de regeneración ambiental –sobre todo plantación de especies autóctonas– y la dotación de senderos va a mejorar las condiciones de aprovechamiento de este lugar.