Parecen verdaderos astronautas sobre los tejados con sus trajes integrales blancos, botas especiales, mascarillas de protección y guantes, pero su misión ni es espacial ni tiene relación con prevención de la pandemia de la gripe A. Se trata de obreros de una empresa de sustitución de cubiertas que esta semana han comenzado a renovar el tejado de uno de los muchos edificios de Vilagarcía que aún mantienen la uralita como sistema para evitar filtraciones y humedades.

La norma aconseja la retirada de todas las planchas de este material porque contienen amianto, un elemento altamente cancerígeno y que a largo plazo puede afectar a órganos vitales..

Por ello, los obreros que manipulan este material deben seguir pautas muy estrictas de prevención con el fin de evitar la inhalación de estas moléculas presentes en el polvillo que desprenden.

Los trabajadores conocen los riesgos y muchos de ellos, pese a las precauciones que por ley deben adoptar para retirar la uralita, deben someterse anualmente a reconocimientos médicos muy meticulosos, en ocasiones de por vida, incluso después de la jubilación.

También han de tener mucho cuidado a la hora de trabajar y hacer un horario máximo de cuatro horas diarias en esta actividad.

Miguel Cruz Cruz, responsable de Oxietra, reconoce que la actividad es demasiado sensible para los trabajadores "pero cumplimos con todas las normas de seguridad que establecen los protocolos de la Xunta en materia de riesgos laborales, que incluso nos prohíbe cortar la uralita para evitar que los obreros aspiren el amianto que contiene".

De hecho, las medidas son muy estrictas y para manipular este cancerígeno material deben incluso aplicar una especie de "imprimación" que evite que el amianto entre en suspensión.

Desde el año 2002, la uralita con amianto ha dejado de producirse "pero todavía se vendió la que había en stock en las fábricas y se siguió colocando en los tejados".

Afirma Cruz que en Galicia hay millones de metros cuadrados de este material en los tejados y "apenas se ha retirado un 0,1%, a pesar de que la población es consciente de lo dañina que es su presencia". Recorrer la geografía gallega da una idea de la masiva utilización de estas planchas de cibrocemento que recubren no sólo casas y edificios sino que también es el material más utilizado en galpones, establos, naves industriales y también en edificios públicos como colegios, hospitales, bibliotecas y estaciones de ferrocarril, por recordar que hasta hace poco era el material que recubría los talleres próximos al de Vilagarcía.

Miguel Cruz cree que este insalubre material sólo acabará desapareciendo cuando la Administración se dé cuenta de que es preciso legislar en este sentido, aunque sólo sea como prevención sanitaria. "No es obligatorio retirar la uralita instalada salvo que se vaya a cambiar la cubierta de un edificio", explica; a la vez que recuerda leyes como las del tabaco que tratan de favorecer a los denominados "fumadores pasivos".

"La cantidad de amianto que desprende la uralita no es muy grande. Son partículas mínimas pero si se respiran van directamente a los pulmones. Por eso, en cada trabajo enviamos muestras a un laboratorio de Vigo para que determine la exposición real de cada liugar", dice Cruz.

Antes de todo ello, las empresas piden complejos permisos a la Xunta y en las superficies de más de 500 metros incluso deben elaborar un plan especial contra ese veneno..