Los familiares tienen niveles de malestar emocional superior a los propios pacientes

El cáncer no afecta sólo al enfermo en sí, también lo hace a sus familiares, que no tienen que someterse a quimioterapia alguna, pero sufren un fuerte impacto emocional y deben adaptarse en la mayoría de los casos a un cambio de rol que les convierte en "cuidadores" de quien quizá siempre les ha cuidado.

Pero ¿quién cuida de los familiares, de los acompañantes del enfermo en sus visitas al médico, a las sesiones oncológicas, a quienes en muchas ocasiones tienen que dejar su trabajo o reducirlo en cierta medida para apoyar a su hija o hijo, a su mujer o marido, a su madre o su padre.....?. Es una pregunta a la que se ha contestado en la jornada de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), que se ha celebrado con motivo del Día contra el Cáncer de Mama el 19 de octubre.

Esta es la respuesta de la psicooncóloga de la AECC Patrizia Bressanello a la pregunta de Efe: "A veces nadie, porque ellos mismos no se reconocen tampoco como personas necesitadas de ayuda. Ellos asumen el rol de cuidador y no se dan cuenta de cómo están ellos afectados emocionalmente. Tras el primer shock, tienen que hacer frente a sentimientos de miedo, rabia, tristeza, dolor, incertidumbre..".

Son muchos los familiares que empatizan con el dolor del paciente y se dicen: "Me da muchísima pena, es que por qué tiene que pasar ella por esto ahora".

Los familiares tienen niveles de malestar emocional superior a los propios pacientes, pero deben aceptar que "es un proceso difícil, en el que se va a pasar mal, porque no hay varitas mágicas". Hay que aceptarlo, pero hay que manejar ese malestar manejando técnicas para poder controlar los picos y fluctuaciones emocionales y no se conviertan en reacciones patológicas.

Los familiares se tienen que dar cuenta de si están afectados y de si necesitan ayuda emocional o práctica, y en ese caso la tienen que pedir porque "son procesos largos que generan un gran desgaste a nivel físico y emocional y hay que dosificar energías".

A veces, la familia tiene habilidades para poder hacer frente a esos cambios, pero otras veces tiene que aprenderlas: "Es un proceso de gran incertidumbre, y a veces se sienten muy inseguros a la hora de poder ayudar al paciente y se preguntan ¿qué puedo hacer para animarle, cómo me comunico con ella, cómo me comporto cuando está mas irritable o más cansada".

Deben aceptar sus emociones, no hacerse siempre los fuertes, pero las familias que necesiten ayuda para afrontar el proceso pueden encontrarla en la AECC, que ofrece apoyo psicológico gratuito en todas las sedes y tiene un servicio telefónico (900100036) y online de información y asesoramiento gratuito profesional.

Para la mayoría de las familias, hay un antes y un después del cáncer. Les cambian las prioridades, tal y como dice Pablo Martínez, el marido de una mujer que ha sufrido dos cáncer de mama: el primero, según ha señalado, fue "un palo horrible para toda la familia, pero paso relativamente rápido". Pero el segundo fue "tremendo" porque "pensaba que ya lo habíamos pasado y de repente ploff". "Me enfade con los médicos, con los oncólogos, con ella, conmigo, con todo el mundo", reconoce. Tal vez necesitó ayuda, pero no la pidió, y la enfermedad al inicio les afectó como pareja, aunque ahora todo ha vuelto a la normalidad.

Su mujer, incluso, después de que le dieran la incapacidad, ha montado un gimnasio con un programa específico para la recuperación de operaciones de cáncer de mama. Ella ha sido quien le dio fuerzas para superar el desgaste que le supuso el proceso, como también lo lo hizo Pilar, la mujer de Santiago Alegre.

Lucía también dejó todo para acompañar a su marido durante su cáncer de mama -un 1 % de los casos de este tipo de cáncer es en hombres- y a ella, creyente, le sirvió la fe, pero está pensando en pedir ayuda para superar el dolor que le supuso dejar de cuidar a su madre para ocuparse de Lorenzo .