A todo el mundo le gusta el sexo, pero no todos saben disfrutar de una actividad sexual placentera. Miren Lazarrabal defiende la necesidad de aprender con técnicas y pautas a ser mejores amantes y a mantener vivo el deseo entre la pareja evitando la rutina.

Pero, ¿hay alguien que se considere torpe en la cama?

Torpes en la sexualidad somos todos y todas. Disfrutar del sexo lleva aparejado aprendizaje, hace falta información, destreza y habilidades. Es básico autoexplorarse y conocerse. Mucha gente tiene dificultades en el sexo porque no conoce su propio cuerpo. No conocen su potencial erótico. Por eso yo creo que es un libro que vale tanto para uno mismo como para regalarlo a la pareja, comentarlo y disfrutarlo.

Mientras la pareja no se tomen a mal que la llamemos torpe...

Aquí entra el sentido del humor. La idea del libro es difundir conocimiento sexual pero de manera amena para que la gente disfrute leyéndolo, que sea algo lúdico. Además he intentado transmitir modelos positivos para vivir la sexualidad de forma libre, responsable, segura y placentera, los cuatro ejes en los que debe pivotar la salud sexual. El libro está escrito para cualquier persona, joven, madura o vieja que quiera interesarse por algo fundamental en su vida, para personas que están solas, o para ayudar a parejas. Yo llevo 22 años dedicándome a esto y creo que puede ayudar a aclarar muchas dudas.

¿Y para eso necesitamos un manual?

Pues sí. Los hombres al tener los órganos sexuales externos han aprendido a tocarlos y explorarlos, pero las mujeres los conocen mucho menos. Hay muchas mujeres que no saben conseguir su orgasmo. No sólo mujeres mayores que han crecido en otra época sino mujeres de ahora. Muy pocas mujeres saben realmente cómo darse placer y muchas no tiene orgasmo porque creen que hay que tenerlo a través del coito. Son cosas que parecen muy básicas pero a la hora de la verdad no lo son.

¿No hay demasiada presión ante el sexo? porque entre libros y películas parece que si una mujer no es multiorgásmica o un hombre un día no tiene una erección ya haya algún problema.

Sí, es verdad. La sexualidad no es una competición a ver cómo tengo más orgasmos ni una clase de geografía para ver qué me encuentro. Lo importante en la sexualidad es dar y recibir placer. No hay que buscar ser multiorgásmicas ni tener orgasmos sincronizados. No hay que ser un gimnasta ni saber siete posiciones. Ni siquiera hace falta que genitalicemos tanto el sexo. A veces nos olvidamos de que la piel está llena de terminaciones nerviosas susceptibles de ser chupadas, lamidas y pellizcadas.

¿Sigue siendo un tema tabú?

Sí, sin ninguna duda. La sexualidad sigue rodeada de inhibiciones. A los seres humanos nos cuesta mucho hablar de nuestra sexualidad. Yo cuando tengo parejas en consulta con dificultades sexuales veo que muchas veces el problema es que no tienen comunicación sexual. Nos cuesta decir lo que nos gusta y lo que no nos gusta. Las actividades sexuales son como un menú de un restaurante y elegimos y, si es en pareja, el menú ha de ser consensuado. Hace falta hablar mucho más de esto.

¿Y hace falta más educación sexual?

Sí, hace falta mucha educación sexual. El otro día a raíz del asesinato de esta niña de 13 años de El Salobral me preguntaban si habría que subir la edad del consentimiento sexual, pero lo importante aquí no es tanto la edad como la educación sexual. La educación es la que puede ayudar al adolescente para que decida en qué actividades quiere o no implicarse. La educación sexual te da también destrezas y habilidades para decir no y evitar los abusos. Hay que perder el miedo a la educación sexual, pero hay mucha gente que cree que informando a los jóvenes se les alienta a tener relaciones sexuales pronto.

¿Y hay límites en las relaciones entre adultos?

Lo más importante es el respeto a la otra persona, que no haya humillaciones y que todo sea libremente consentido por las dos partes. Si a uno le gusta el sexo anal y al otro no, no se puede hacer. Tiene que haber consenso y complicidad.

¿Practicamos menos sexo por la crisis?

Ahí se da una paradoja. Como hay menos dinero, se sale menos y se dedica mucho tiempo al sexo, pero la crisis también puede afectar a muchas personas de forma negativa porque con el paro y los problemas cuesta mucho más conseguir el relax necesario para disfrutar de unas buenas relaciones sexuales.

Dice en su libro que la sexualidad sigue siendo androcéntrica con el hombre como eje central.

Sí, porque la mayor parte de las personas consideran que la actividad sexual sigue siendo el coito. Hay gente que sigue hablando de preámbulos y no es así, son juegos sexuales. Ese sexo tan coitocéntrico hace sobre todo que disfrute del hombre mientras que la mujer obtiene más placer con otras prácticas, por eso es básico que ella conozca su cuerpo y que aprenda junto a su pareja para tener unas buenas relaciones.

¿Cuánto hay de psicológico en una buena relación sexual?

Somos una especie sexuada y con una fuerte atracción hacia la sexualidad, pero luego hay una parte psicológica y cultural fundamental. El sexo no está entre las dos piernas sino entre las dos orejas. Con la mente una persona nos puede parecer erótica, hasta como huele, como anda, etc. Hay una parte psicológica fundamental y por eso hay que innovar y trabajar en pareja para que no se caiga en la rutina.