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19 | Martes Por un pelo

Cuenta Llongueras que le hizo a Dalí el último corte de pelo de su vida, en la Torre Galatea, poco antes de morir. Ese día -llámalo consciencia artística, llámalo justicia histórica, llámalo fetichismo, llámalo equis- se echó al bolsillo un mechón. Luego guardó el bucle, y el peine, y las tijeras, y las enmarcó, como quien enmarca los relojes blandos. Al cabo de los años todo rezuma, y reflota, al calor de la demanda de paternidad de una supuesta hija que luego no. Dicen que la mecha no le sirvió como prueba al magistrado porque no era de raíz. El coiffeur, que pensó en todo, no tuvo en cuenta sin embargo los adeenes porque entonces no estaban de moda series como CSI y no había un antropólogo forense dentro de cada hijo de vecino. Esto a Raquel Mosquera no le pasa. O a Luis Miguel.

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