En una pequeña cabaña de la Sierra de Portudera, en plenos Picos de Europa, tres hombres se disponen a cenar. Comparten platos humildes, huevos de casa y picadillo, patatas con chorizo, pero les sabe a gloria tras una intensa jornada de trabajo. Apenas levantan la vista del plato para hablar de un cuarto hombre, un alimañero imaginario que es quien los ha llevado a la montaña: su nombre es "Martinón", el personaje central del filme "Bajo la piel de lobo". Un filme escrito y dirigido por Samu Fuentes, que en esa cabaña comparte cena con dos actores: el gallego Mario Casas y Rubén Carbajal.

"A la hora de construir a 'Martinón' buscábamos esa pureza, esa mirada limpia de no tener problemas que tiene Manolo, sin esa carga que en el día a día provoca a veces la soledad al ser humano", explica Casas, quien considera que pasar por esta experiencia en Cabrales era básica para encarnar al trampero: "Es un personaje muy físico, que puede pasar días sin hablar con el ser humano. Quise saber cómo se mueven, cómo cogen la leña, cómo miran".

Por supuesto, Casas tuvo que hacer todas esas cosas también. Pero más allá de esta mecánica, de asimilar la fisicidad de los hombres de la montaña, se trataba de profundizar también en su alma, saber qué retos tendría que afrontar "Martinón" en su día a día. Y el lobo, el mismo lobo al que alude el título del filme, se encargó de mostrárselo.

Fue nada más llegar a Bierru, a la casa de Manolo Mier. La noche anterior, el lobo había acabado con la vida de tres de las ovejas del pastor, y vieron el rastro que habían dejado los buitres. Nada quedaba ya de los animales, salvo la piel y los huesos. En ese momento, Mario Casas encontró la mirada de "Martinón".