Faro de Vigo

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El vestidor

El diluvio no fue, no pudo ser, universal, según la ciencia: no hay en el planeta agua suficiente. Pero, de haberla habido, el paisaje bíblico se habría parecido bastante al de Cantora. La finca, anegada. La finca, bajo el azote de los cielos abiertos. La finca, en la zozobra de las fuerzas telúricas desatadas. La finca, sometida a la ira de los dioses. Esos pastos, testigos pasados de la felicidad de una joven Isabel Pantoja, ocultos por un manto de aguas turbias. Esos campos, en los que un día pastaban las reses con la marca del hierro de la pareja Isabel y Julián, Julián e Isabel. Esas tierras que han visto tanto, oído tanto. Chuzos de punta sobre Cantora. Ji ji, ja ja. El agua hasta las rodillas en Cantora. Jo jo, je je. El que se lo toma a guasa, o pone al mal tiempo buena cara, según una lo quiera interpretar, es Kiko Rivera. Como personaje que es, famoso, Dj e instagramer en ciernes, él se debe a su público y para su público graba y emite, guarecido en su coche, a un amigo, en calzoncillos y sudadera (es lo que tienen las emergencias) intentando cruzar la riada. Pero que no cunda el pánico. Dios aprieta pero no ahora y después de la tormenta siempre llega la calma. Cantora sigue en pie, a dios gracias.

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