Incluso aunque Andy Warhol firmara alguna de sus portadas, ni los mismísimos Rolling Stones tuvieron la "Satisfaction" de sortear la censura franquista, de la que tampoco se libraron otras leyendas de la música pop rock como David Bowie, John Lennon, Bob Dylan y The Who. El filtro afectó tanto a las letras de canciones como a las portadas de discos que, de acuerdo con el criterio personal de los censores, ofrecían contenidos "inadecuados" para su difusión en aquella España de los 60 y 70, aún bajo el régimen dictatorial que se instauró tras la Guerra Civil de cuyo comienzo se cumplen ahora 80 años.

Los motivos, que en el caso de las letras -más de 4.300- se "explicaban" con el argumento recurrente de que se habían "detectado" huellas de "erotismo", resultan ahora "grotescos y rocambolescos" aunque también ponen "la piel de gallina" e invitan a reflexionar sobre la privación de libertades de los últimos años de la dictadura, explica a Efe Xavier Valiño.

Valiño es autor de "Veneno en dosis camufladas" (2012), un libro que descubrió el hasta entonces desconocido mundo de la acción de Franco sobre el pop rock tras una minuciosa investigación en el Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares (Madrid). Este universo se puede descubrir a fondo en el barcelonés Born Centro de Cultura y Memoria, que acoge hasta el 28 de agosto la exposición "Vibraciones prohibidas", de la que el escritor gallego es comisario junto a Héctor Fouce y de la que se hace eco el diario británico "The Guardian".

La muestra exhibe los originales y las versiones distribuidas en España de algunas portadas de álbumes legendarios como el "Sticky Fingers" que lanzaron los Rolling Stones en 1973 con carátula diseñada por Andy Warhol. Pero la creación del líder del pop-art, una entrepierna masculina enfundada en unos pantalones vaqueros con un "marcado bulto", se topó con los censores, que la consideraron "ofensiva" y provocaron que hubiera que realizar otro diseño para su comercialización en España. Y como esta historia, muchas otras.

Desde el punto de vista del gallego, al cambiar, por ejemplo, el enorme trasero femenino de la portada del disco recopilatorio de bandas alemanas de kraut-rock "Mama rock and the sons of rock'n'roll" (1973) por el de un elefante, "se perdía una parte del mensaje que los artistas querían transmitir".

La carátula del mítico "The man who sold the world" de Bowie, en la que posa ataviado con un vestido de seda, llegó a las tiendas españolas con una instantánea de uno de sus directos, lo mismo que ocurrió con los Who en "Who's next" (1971), "pillados" justo después de orinar en la portada internacional de ese trabajo.

A los censores no les conmovió la letra del "Imagine" de Lennon, hoy himno pacifista mundial, al que consideraron una puesta en cuestión de "todo, incluso de la religión".

La letra de "Obviously Five Believers" (traducida como "Naturalmente cinco creyentes"), de Dylan, era "susceptible de ser interpretado como 'homosexualista'" para el franquismo que consideraba de "drogadictos del lumpen" a los Beach Boys por su tema "Good vibrations" -del que toma el nombre la exposición de Valiño-.